Se acerca el día de la retirada de Kobe Bryant como profesional, y los Lakers de Los Ángeles pondrán el broche a una temporada en la que el jugador se ha llevado una ovación en todos los pabellones de la Liga, aunque nada podrá igualar las sensaciones que se vivirán este miércoles en el Staples Center.
Para el simple aficionado al baloncesto, los números dirán que Bryant dice adiós con cinco anillos de la NBA (el jugador en activo con más títulos junto a Tim Duncan), 20 temporadas en la Liga (todas en el mismo equipo), una vez MVP de la temporada regular (2008), dos veces elegido como MVP de las Finales (2009, 2010) y 18 participaciones seguidas en el Partido de las Estrellas.
Reflejarán que acaba su carrera con más de 48.500 minutos jugados (sexto en la Historia); más de 33.500 puntos (tercero en el ránking), incluidos los 81 que anotó el 22 de enero de 2006 contra los Raptors y las 24 ocasiones en que anotó al menos 50 puntos en un partido -sólo por detrás de Wilt Chamberlain (118) y Michael Jordan (31)-; nueve veces en el quinteto defensivo del año, y once veces en el mejor quinteto de la NBA.
Aún así, las estadísticas no cubren realmente el espectro que deja el escolta, para muchos uno de los mejores jugadores en la Historia de la NBA, una versión rebelde de Michael Jordan, casi mimetizada en cuanto a destreza y plasticidad.
Aquel joven esbelto, grácil y con ganas de comerse el mundo escogido en el puesto 13 del sorteo universitario de 1996 por parte de los Hornets de Charlotte, ha protagonizado algunos de los momentos más eléctricos de la NBA en las últimas dos décadas, vistiendo tanto el número 8 como el 24, y provocando que, tal vez, ambos dorsales cuelguen en el futuro en lo alto del Staples Center.
Y en sus últimos meses como jugador ha ido despojándose de esa feroz competitividad de la que siempre hizo gala, para dejar entrever su lado más humano y vulnerable, con guiños constantes a su familia e incluso a los fans durante los partidos.
Por todo ello, el tributo final que preparan los Lakers promete emociones fuertes.
“El partido contra Utah va a ser un ‘zircus’, mezcla de zoo y de circo”, dijo al diario Los Angeles Times John Black, vicepresidente de comunicaciones del equipo y responsable final de toda la logística que se prepara entre bambalinas dentro del Staples Center.
El bajista de los Red Hot Chili Peppers, Flea, será el encargado de interpretar el himno nacional de EE.UU. “al estilo de Jimi Hendrix”, y tras las presentaciones de ambos equipos, habrá un vídeo homenaje de varios minutos.
Los Lakers planean traer a cerca de 30 excompañeros de Bryant, incluidos algunos ya confirmados como Shaquille O’Neal, Robert Horry, Rick Fox, Ron Harper, DJ Mbenga y Adam Morrison, para un encuentro con una demanda de acreditaciones “tal vez superior” al de unas Finales de la NBA, según Black.
La franquicia asegura haber rechazado “cientos” de peticiones y sostiene que los aproximadamente 600 asientos disponibles para periodistas se cubrirán al completo.
“Es algo sin precedentes para un partido de temporada regular”, afirmó Black.
Bryant, que en el futuro entrará sin lugar a dudas en el Salón de la Fama, ha recibido todo tipo de regalos provenientes de las demás franquicias de la Liga desde que anunciara a finales de noviembre su retirada al término de esta temporada.
Entre ellos, algunos de índole personal como la camiseta que recibió de su instituto Lower Merion de Filadelfia, y otros más desenfadados como unas gafas de leer, un bastón, un albornoz con su apodo “Black Mamba” bordado en oro, una suscripción de un año a Netflix, un mando a distancia y crema para las hemorroides, todos ellos cortesía de sus íntimos amigos Chris Paul, Dwyane Wade y Carmelo Anthony.
Los Lakers le entregarán una serie de obsequios de forma privada antes de su último envite, pero todo lo que pase después, desde que se ate las botas por última vez, quedará registrado por un ingente equipo de producción.
El jugador pretende estrenar una película sobre su vigésima temporada en la NBA, y todo lo que ocurra mañana dispondrá de un lugar especial en esa obra. Hasta cinco cámaras seguirán todos y cada uno de los movimientos de Bryant desde primera hora del día.
Él, poco dado a emocionarse, tendrá el mayor reto de su carrera por delante si pretende evitar las lágrimas.
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