Por: Bernabé Pérez
Independientemente de que creo tener cierta propensión o facilidad para las experiencias psíquicas o espirituales, desde niño he tenido una vida de sueños muy intensa. Y así pues, para no entrar en exceso de detalles, les diré que en sueños he gozado y he sufrido y me he visto en distintos lugares del mundo, en selvas, valles, montañas y ciudades y en países que jamás he visitado, en fin. Se dice que “los sueños sólo sueños son”, hay sueños que deben tomarse en serio y más si a uno le interesa aprender y comprender ciertas profundidades de la vida.
Pues bien, al igual que todos los soñadores yo también he tenido sueños incongruentes, y he visto algunos sueños cumplirse al pie de la letra.
Ahora paso a contarle tres sueños que he tenido.
53 años atrás, era un niño de 7 años y soñé que pasaba por el camino del campo de “La Tachuela”, paraje de la sección de Cantabria de Puerto Plata, República Dominicana, donde nací.
En mi sueño, mi padre no estaba porque había madrugado y había salido rumbo al pueblo a vender unas cargas de carbón, pero yo veía que dos hombres venían cargando a caballo un ataúd. Uno traía el fondo del ataúd y el otro traía, en otro caballo, la tapa del mismo.
Otros hombres traían sillas para sentar a mucha gente y también traían bolsas llenas de pan. En una palabra: lo que yo estaba soñando era que muchos hombres estaban trayendo todo lo que se usa en un velorio.
Pregunté para quién era tanto preparativo y me dijeron “Murió Lorenzo”.
A la mañana siguiente, no bien me estaba lavando la cara para beberme el café que mi madre estaba colando, y mientras le estaba contando mi sueño, tocaron a la puerta y era un amigo de nombre Quirino Santana y le dijo a mi mamá: “María, murió tu compadre Lorenzo”.
Yo me acabé de criar en la ciudad. Pasaron muchos años y siendo ya un hombre, estaba yo recién operado y soñé que un amigo vino a verme y me regaló tres pesos y al día siguiente este sueño se hizo realidad.
En otra ocasión, me encontraba en muy mala situación económica y me acosté a dormir y vi en un sueño la montaña Pabel de Torres bañada de sol matutino y me dijo una voz “Así tendrás un nuevo amanecer” y a los pocos días encontré un trabajo y mejoró mi situación.
Tres años después Dios me abrió el camino y fui visado para venir a los Estados Unidos y es desde Nueva York que les escribo estas líneas.
Fraternalmente, Néstor.
Interpretación:
Amigo Néstor, es un placer haber leído su carta y sus sueños. Reciba cordiales saludos.
Su amigo, Bernabé
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