Una multitud delirante abarrotó las calles de Damasco (hoy, segunda ciudad más importante de Siria) el primero de Octubre de 1918 cuando el ejército rebelde marchó por la ciudad liberada. El día anterior, cuando las tropas otomanas se replegaron, la antigua pasó del control Turco al Árabe. Los vítores no sólo eran para las tribus victoriosas, sino también para un joven inglés que cabalgaba entre ellos, vestido con ondeante indumentaria árabe, le llamaban Lawrence de Arabia.
La historia de este singular personaje, se remonta al 16 de Agosto de 1888, cuando nació en Inglaterra un robusto bebé, de aspecto muy saludable, al cual pusieron por nombre Thomas Edward Lawrence, que al correr de los años sería famoso y conocido mundialmente como Lawrence de Arabia. Lamentablemente a los 12 años, el jovencito se rompió una pierna. Debido a que la fractura que curó muy lentamente o tal vez a que en la adolescencia enfermó de paperas, el muchacho dejó de crecer en cuanto midió 5’3”. Con una cabeza demasiado grande para su cuerpo, parecía más corto de estatura de lo que en realidad era.
Ingresó al “Jesús College” de la Universidad de Oxford. En Oxford, Lawrence fue influenciado por Hogarth, un arqueólogo especialista en el Medio Oriente, para que hiciera su tesis acerca de aquella región. El joven aceptando los consejos de su maestro, viajó al Oriente Medio, para hacer su práctica de campo. Viajó por Siria (solo y a pie) “viviendo como árabe y entre árabes”; la consecuencia de la aventura fue que se enamoró de la región, de la gente y sus costumbres.
Al regresar a Oxford, se recibió con honores como historiador en 1910. Cuatro años más tarde, en Junio de 1916, el príncipe de La Meca, Hussein Ibu Ali, inició una rebelión contra los cuatro siglos de dominio otomano en la península arábiga. Cuando todo indicaba que Hussein sería obligado a rendirse, pidió ayuda a Inglaterra. El Reino Inglés, por “conveniencia política”, pero sin quererse involucrar demasiado, envió a uno de sus Agentes de Inteligencia que tenía en El Cairo, era un oficial de 28 años, que hablaba árabe y tenía años de experiencia en el Oriente Medio, este joven era precisamente T. E. Lawrence.
En aquella lucha, Lawrence empezó a participar como estratega, pero al poco tiempo se dio cuenta que la mejor estrategia se podía hacer desde el campo de batalla, por lo que aprendió a montar camello y usó ropa nativa. Con eso y con su gran decisión en tomar parte activa en las batallas, poco a poco fue ganándose la confianza de los suspicaces árabes y fue a tal grado su valía, que en poco tiempo por doquier le gritaban “Orens!, Orens!!” (era la única forma en que los árabes podían pronunciar su nombre).
Durante casi tres años luchó y se enfrentó a mil peligros, se tienen datos de que participó en por lo menos 150 batallas y siempre iba al frente de los hombres que él comandaba. Tal vez, por su valor, por su pericia, o porque así lo quería el destino, él siempre salió bien librado, aunque si bien con algunas heridas, algunas de cierta importancia, pero ninguna de gravedad.
Al triunfar la rebelión, Lawrence ya tenía el grado de coronel.
Sin embargo la carrera de Lawrence de Arabia en la postguerra es tan extraña e intrigante como lo fue toda su vida. En Agosto de 1922 aquel excoronel se enlistó en la real fuerza aérea de la Gran Bretaña, con el seudónimo de John Ross. Nadie supo jamás en realidad porque aquel valeroso hombre se sometió humildemente a la tiranía de los oficiales que lo entrenaron, sin embargo en cuanto la prensa publicó esta autohumillación de Lawrence, él fue dado de baja de la fuerza aérea.
A mediados de Mayo de 1935, Lawrence que seguido recorría la campiña inglesa en motocicleta, iba en su moto por una estrecha curva al Sur de Inglaterra. Pero en dirección opuesta venían dos niños en bicicleta y trató de esquivarlos… Perdió el control, salió despedido por encima del manubrio… Murió días después a causa de varias heridas en la cabeza.
Y así fue como este singular personaje, que participó en infinidad de batallas y luchó a muerte contra miles de hombres, “perdió su última batalla en la vida, y todo por no atropellar y posiblemente matar a dos niños”….
Y Créalo o No… Así Fue!!
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