EFE
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, aseguró este lunes que el Gobierno “no tendrá reparo alguno” en recurrir la fuerza pública para restaurar el orden de fracasar el diálogo con los maestros opuestos a la reforma educativa, y declaró que no llegó a su cargo “para ganar una medalla de popularidad”…
En la primera parte de una entrevista con el conductor del noticiero nocturno de la cadena Televisa, Joaquín López Dóriga, el mandatario descartó que el Gobierno vaya a dar marcha atrás en la reforma, promulgada en 2013, la cual afronta un férreo rechazo de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
En respuesta a la observación del periodista de que la CNTE realiza marchas y bloqueos carreteros ante la aparente pasividad de las autoridades, Peña Nieto replicó que “no hay que confundir la firme decisión para llevar a cabo una reforma con el espacio de diálogo que el Gobierno ha abierto con aquellos grupos que están en resistencia”.
No obstante, añadió, si el diálogo “no da margen para que se deponga esto que causa molestias, que lastima al comercio y que lastima la actividad económica, tendremos que recurrir a los atributos y a la capacidad que tiene el Estado mexicano para poner orden de forma pacífica y generar armonía social allí donde se ha perdido”.
Preguntado específicamente respecto a la posibilidad de usar la fuerza, el presidente respondió: “El Gobierno de la República no tendrá reparo alguno, no tendrá reserva alguna en recurrir al uso de la fuerza publica para poner orden, y sobre todo para hacer valer el Estado de derecho”.
“Por supuesto que siempre hay una disposición de llegar a este escenario como último recurso. Antes están los espacios de diálogo, de acuerdo”, abundó.
En otra parte de la entrevista, cuya segunda parte se transmitirá este martes, el mandatario dijo estar consciente de la “percepción generalizada” de que existe un grave problema de corrupción en el país.
“Pero también estoy muy consciente de que este es un problema que no sólo está en el ámbito gubernamental combatir. Creo que esta es una tarea que convoca a los gobiernos y a la sociedad en su conjunto a que seamos parte de un gran esfuerzo colectivo para erradicar este problema que lastima la convivencia, que genera costos y que estamos hoy más que nunca resueltos a eliminar”, añadió.
Sobre el tema de su baja de popularidad, que según un sondeo reciente lo coloca como el líder peor valorado desde 1995, expuso que las reformas impulsadas por su Gobierno implican “a veces ir contra grupos de interés, combatir resistencias, privilegios” arraigados en distintos ámbitos, como el energético y el fiscal.
“Desde que asumí la responsabilidad de ser presidente de México, tengo claro que no llegué aquí para ganarme una medalla de popularidad. Si así hubiese sido, entonces hubiese dejado de hacer los cambios, las transformaciones que el país necesita y que se que le van a dar a México un futuro de mayor oportunidad para las nuevas generaciones”, estimó.
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