Con motivo del reciente aniversario en honor de Martin Luther King, la Fundación Kellogg lanzó desde hace 7 años el Día Nacional de Sanación Racial.
Confieso que no estaba familiarizado con el término, pero tuve oportunidad de participar en algunas de las actividades relacionadas con los eventos de la actual edición y quedé impresionado de cómo la sanación racial está transformando algunas comunidades.
La definición de la sanación racial es muy sencilla: Es una oportunidad para que las personas de todas las razas se conecten para compartir relaciones basadas en la comprensión y el respeto mutuo, para que puedan superar los prejuicios y malos entendidos.
La sanación racial puede tomar la forma de una simple conversación con las amistades, familiares, compañeros de trabajo o vecinos. Sin saberlo, yo mismo lo hice hace muchos años en la escuela primaria de mis hijos, donde organizamos una “noche internacional” para intercambiar comida, música y sonrisas.
Ese es el primer paso. Más adelante, cuando entendamos cómo los sistemas, las estructuras y las instituciones que nos rodean afectan nuestra vida diaria y nuestras oportunidades, podremos trabajar para cambiarlos.
Tuve la oportunidad de entrevistar para nuestro programa Bienvenidos a América al vicepresidente de la Fundación, Carlos Rangel y me puso como ejemplo las acciones de una comunidad en Kalamazoo, Michigan.
Allí, los socios comunitarios de la Fundación utilizaron procesos de sanación racial para unir a las personas, contar historias sobre cómo es la vida en la ciudad. Se dieron cuenta de que la vivienda era una barrera importante para que muchos miembros de la comunidad tuvieran las mismas oportunidades de prosperar.
A partir de ese momento, crearon una coalición multirracial e interreligiosa para cambiar las políticas de vivienda. Terminaron siendo capaces de aprobar una Ordenanza de Equidad en la Vivienda que hizo ilegal que los propietarios negaran vivienda a personas con vales de vivienda, quienes pudieron haber sido desalojadas anteriormente o tenían antecedentes penales.
“El racismo nos afecta a todos, sin importar nuestra raza o ascendencia. La división, que es la cosecha de ese racismo, nos empobrece a todos porque acaba afectando a la comunidad donde vivimos de una manera muy negativa”, me comentó Carlos Rangel.
Ciertamente, en 1966, el reverendo Martin Luther King le escribió un telegrama a César Chávez. En pocas palabras le dijo que las luchas de negros y latinos era la misma: un reclamo de libertad, dignidad y humanidad.
La sanación racial probablemente no es la solución a todos los problemas de odio, discriminación y racismo estructural y sistémico que afectan al mundo, pero puede ser un primer paso para una mejor comprensión de cómo los prejuicios son un lastre negativo y cómo son más las cosas que nos unen, que las que separan a nuestras comunidades.
Comparte
Siguenos en Redes Sociales
El Aviso Magazine El Aviso Magazine El Aviso Magazine