Telemundo
Este lunes se inician en Iowa las votaciones para elegir a los candidatos presidenciales para la elección de noviembre. La palabra “caucus”, o asambleas partidarias, es repetida una y mil veces, junto a los nombres de los candidatos y los partidos.
Que si será Donald Trump, Ted Cruz, Marco Rubio o cualquiera otro de los republicanos, o que si será Hillary Clinton, Bernie Sanders o Martin O’Malley en el lado demócrata…
En fin, después de meses de campaña, de debates, de interminables desplazamientos de los candidatos por Iowa y otros estados, y de para algunos hasta demasiada cobertura de la prensa, se ha llegado a la hora de la verdad. De votar y de ver quién surge adelante en lo que será una batalla de meses para concluir en el verano con las convenciones de cada partido donde se elegirá a su candidato.
Pero qué son estos famosos “caucus”, y por qué en Iowa y por qué tanta importancia a lo que es apenas una sola votación en lo que es un largo proceso de primarias -con varios otros ‘caucus’ incluidos-.
Al igual que las primarias, los “caucus” son votaciones en las cuales cada partido elige en cada estado cierto número de delegados para esa convención del verano. Un candidato es elegido como el “bueno” para competir por la presidencia cuando obtiene cierto número de delegados (en cada partido es diferente). Estos “caucus” sin embargo, son distintos a las primarias en la manera de cómo se efectúan.
En las primarias -bien sea en la de California por ejemplo, en la de la Florida o la de cualquiera otra de los muchos estados que las tienen- la gente simplemente vota por un candidato de manera similar a como se hace el día de la elección presidencial en noviembre: yendo a votar durante el día de la votación por el candidato de su preferencia -bien el demócrata o el republicano.
En los “caucus” no es así. En Iowa las votaciones se iniciarán recién en la noche del lunes (7 pm hora del centro del país).
El fulano que quiera votar irá a una casilla de votación -una escuela, un auditorio en una iglesia, un gimnasio, etc.- y ahí dará su voto. Con el detalle que cada partido lo hace de manera distinta.
Con los republicanos es más fácil. La persona simplemente llega al lugar, se identifica como republicano registrado y espera a que se inicie el evento. Alguien recita el Homenaje a la Bandera o Promesa de Lealtad y un representante de cada candidato tiene la última oportunidad para dar un breve discurso intentando convencer a los presentes a que voten por esa persona.
Se vota luego en secreto y los resultados se envían a la sede del partido republicano (los delegados se reparten de manera proporcional, es decir que quien gana no se lleva todos los delegados sino que sólo cierto número y otro cierto número el segundo, etc.)
En el lado demócrata el proceso es más complicado. Al igual que los republicanos, la persona va a cierto lugar donde está instalada la casilla o centro de votación (habrá 1,681 en todo el estado), pero una vez ahi hay varias etapas antes de saber quién es el ganador.
Primero se forman grupos de personas en el sitio, en este caso los de Clinton en una esquina, los de Sanders en otra y lo de O’Malley en otra. La persona hace público su voto -no es secreto como los republicanos, es decir sus vecinos o amigos saben por quien voto- y estos se cuentan.
Quien obtenga menos del 15% es descalificado y comienza un periodo de convencimiento tratando de “jalar” a estos votantes del candidato perdedor a uno de los otros grupos que siguen viables. Luego hay una segunda votación y ahí se escoge al ganador. Al igual que los republicanos, los demócratas también otorgan delegados de manera proporcional (el que gana no se lleva todos los delegados).
No hay una razón clara sobre por qué Iowa es primero en el calendario electoral. Es algo que así decidieron los partidos (en algún momento en los años 70s) y así ha seguido la tradición. El número de delegados que da Iowa es muy pequeño en relación a lo que se necesita para ganar la nominación presidencial (27 delegados en el lado republicano por ejemplo, de 1,237 que se necesitan para ser elegido el candidato).
Si se considera este bajo número de delegados que da Iowa, más el hecho de que es un estado con pocas minorías y un estado muy rural además, es claro que su importancia es desproporcionada en relación a lo que es el resto del país (Estados Unidos es hoy un país más diverso racialmente que Iowa -más latinos, afro americanos, etc. y más urbano donde más gente vive en ciudades que en el campo).
Además, la gente que se toma la molestia de ir a votar es también muy pequeña: se espera que en cada partido no votarán más de unas 150 mil personas (una idea de lo ridículamente pequeño de este número: en California viven cerca de 40 millones de gentes).
Con todo, es lo que es. Iowa es primero en el calendario y es por ello la gran atención que genera y las consecuencias que puede traer en la elección.
Ganar Iowa no garantiza ni de lejos la candidatura al ganador. Lo que da Iowa es “momentum”, es decir ruido y atención en la opinión pública que hace que el ganador llegue con mas fuerza al estado que vota segundo que en este caso es New Hampshire una semana después.
Pero Iowa también es crucial en otro aspecto: alguien que no sale primero puede verse perjudicado -de nuevo, no tanto por el número de delegados sino por la atención de la opinión pública y en las expectativas que había generado- y llegar con poco “momentum” o “golpeado” en la percepción de la gente a la votación en New Hampshire.
Un ejemplo de estos “negativos” que puede generar Iowa: en 2008, así como fue una sorpresa y uno de los factores que lo catapultó a la victoria el que Barack Obama ganará el “caucus”, lo mismo sirvió para comenzar a complicar la candidatura de Hillary Clinton que hasta ese momento se suponía era invencible.
Así las cosas, los Trump, Cruz, Clinton, Sanders y demás aspirantes al puesto de más poder en el mundo seguirán este fin de semana dando vueltas por Iowa tratando de convencer gente en las ultimas horas previas a la votación. Mucho del país y del mundo a la expectativa entretanto de lo que decidan este lunes un número pequeño, pero muy pequeño de estadounidenses. Es la realidad de los “caucus” de Iowa.
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