“Los presidentes latinoamericanos tienen un dilema que resolver cuando promueven una política económica de desarrollo o tratan de contrarrestar una crisis. Pueden apelar a los organismos financieros internacionales o pueden proponer una política impositiva para generar más dinero”.
Lo anterior fueron palabras de Carlos Vilas, uno de los grandes intelectuales de América Latina, mientras tomaba una de sus clases en la UNAM. Las palabras del Dr. Vilas todavía resuenan en mi oído y tienen gran relevancia en el análisis de la crisis actual de Ecuador.
El presidente ecuatoriano Lenin Moreno cometió el error de su vida. No simplemente decidió por una de las dos opciones del dilema, sino prefirió tomar riendas de las dos. Es decir, prestarse dinero del Fondo Monetario Internacional (FMI) y promover una política de choque contra la población de su país.
Moreno firmó con el diablo. Todos sabemos que el FMI es una organización financiera internacional que provee ayuda económica a todos aquellos países que están en medio de problemas económicos o están a punto de sucumbir en una crisis profunda.
El pasado febrero, Moreno acordó un rescate de 4.200 millones de dólares a cambio de formular reformas estructurales en la economía de su país. Al firmar ese acuerdo, Moreno aceptó promover políticas neoliberales en un entorno político altamente precario.
Las medidas que decidió impulsar desde su gobierno son exigencias directas del FMI. A corto plazo benefician a Moreno debido a que le llega una cuantiosa suma de dinero. Sin embargo, las repercusiones de esta decisión en la sociedad ecuatoriana fueron impactantes en el primer momento en que el presidente dispuso implementarlas.
Fiel como un cachorro que escucha a su amo, Moreno redujo los aranceles a la importación de productos informáticos, disminuyó los salarios de los trabajadores contratistas del sector público, liberalizó del precio de la gasolina y eliminó los subsidios al combustible.
Cuando la gasolina sube de precio inmediatamente se genera una inflación imparable y cuando se disminuye los sueldos de los trabajadores se motiva a una movilización masiva en la sociedad.
El presidente Moreno cometió el error de muchos presidentes de la derecha. No obró con inteligencia al firmar el acuerdo económico con el FMI, cuya función no es necesariamente mejorar a economía de los países latinoamericanos, sino establecer políticas de choque para que un país pueda ser más dependiente de los vejámenes del mercado.
Lo que se está viendo en Ecuador a través de los medios sociales y la televisión es una historia repetitiva en América Latina. Moreno debería consultar a su pueblo antes de firmar un acuerdo con el diablo.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com
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