Durante su campaña, Donald Trump centró su discurso en la inmigración y las políticas fronterizas, logrando presionar a los republicanos para rechazar un acuerdo bipartidista sobre la frontera a principios de año. Incluso viajó a la frontera sur el 29 de febrero para reafirmar sus estrictas políticas migratorias. Con su victoria proyectada en las elecciones, Trump mantiene la inmigración como una de sus prioridades principales.
En un evento, Trump agradeció el apoyo y mencionó su intención de “arreglar nuestras fronteras y todo sobre nuestro país”. Prometió cerrar las fronteras y permitir solo la entrada de inmigrantes legales. En su artículo de opinión en el Des Moines Register, prometió utilizar la Ley de Enemigos Extranjeros para expulsar a miembros de pandillas y cárteles. También anunció su plan para llevar a cabo la mayor operación de deportación en la historia de EE. UU., además de transferir responsabilidades de agencias como el FBI y la DEA a la aplicación de leyes de inmigración.
A pesar de esta retórica, Trump ha mostrado cierta flexibilidad. En junio, propuso otorgar automáticamente la tarjeta de residencia a graduados extranjeros de universidades estadounidenses, un cambio respecto a sus previas restricciones. Además, en octubre del año anterior, anunció que cancelaría visas de “simpatizantes de Hamas” debido a preocupaciones de seguridad nacional, especialmente tras el conflicto entre Israel y Hamas.
La deportación masiva es otro de los objetivos de Trump, quien mencionó planes para deportar entre 15 y 20 millones de personas indocumentadas, aunque expertos calculan una cifra menor. El Pew Research Center estima que en 2022 había 11 millones de inmigrantes indocumentados en EE. UU. Trump también indicó que podría emplear la Guardia Nacional o el ejército para esta tarea, considerando que se trata de una “invasión” y no de civiles en el país.
Stephen Miller, asesor de Trump, ha promocionado estos planes como la operación de deportación doméstica más grande de EE. UU. Su candidato a vicepresidente, J.D. Vance, ha señalado que inicialmente deportarían a inmigrantes con antecedentes criminales, aunque expertos subrayan que ejecutar estas políticas sería costoso y complicado.
Por otro lado, Trump ha mantenido su discurso contra inmigrantes de países musulmanes, anunciando que restablecerá la prohibición de viaje desde varios países y suspenderá el reasentamiento de refugiados con “simpatías yihadistas”, incrementando los controles ideológicos a inmigrantes.
Aparte de sus propuestas, Trump también ha criticado a los demócratas, afirmando que Kamala Harris fue designada “zar de la frontera”, aunque la Casa Blanca ha indicado que la seguridad fronteriza ha sido responsabilidad del secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas. Trump ha insistido en que los inmigrantes con condenas graves han aumentado durante la administración Biden-Harris, pero expertos y el Departamento de Seguridad Nacional señalan que estas cifras abarcan varias administraciones, incluyendo la suya.
Finalmente, Trump se opuso a un proyecto de ley de inmigración promovido por la administración Biden, que permitiría una vía a la ciudadanía para millones de inmigrantes indocumentados en un período de ocho años. El proyecto de ley fronterizo bipartidista de 2024 que Trump bloqueó ofrecía una vía a la ciudadanía para inmigrantes de Afganistán, pero no implicaba una ciudadanía inmediata ni incluía a millones de personas.
Este artículo contó con información de Catherine E. Shoichet, Zachary B. Wolf, Daniel Dale y Steve Contorno, de CNN.
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