El Super Tuesday demuestra que hay una reconfiguración del voto demócrata. Existe claramente dos opciones reales para confrontar a Donald Trump en las elecciones de noviembre. Las dos alternativas tienen posibilidades contra la maquinaria trumpista, pero ninguna de ellas produciría una victoria si es que el Partido Demócrata mantiene una ruptura ideológica.
Inicialmente, la primera alternativa demócrata tiene una visión altamente social. El proyecto político del senador Bernie Sanders es congruente con los ideales de las nuevas generaciones de jóvenes profesionales.
Es decir, la agenda política de Sanders contiene una política altamente medioambientalista, de respeto a la comunidad, el cual no sólo está compuesto por personas, sino también por animales, plantas y todos los seres vivos del planeta.
Adicionalmente, el proyecto de Sander promueve la justicia social y condena la visión salvaje del capitalismo del siglo XXI, liderado por Trump, un grupo de multimillonarios y empresarios derechistas. Mientras ellos se bañan con dólares, el resto de la población norteamericana trabaja el doble o triple para cumplir con el requisito mínimo de la canasta familiar.
A nivel mundial, el salvajismo de su economía ha producido y reproducido la pobreza extrema.
Sanders ha sido un verdadero campeón de las nuevas generaciones, particularmente en las zonas urbanas. Aparte de incriminar a los ricos, a los racistas trumpistas, también ha puesto en tela de juicio a los voluminosos adeudos que afectan a los egresados universitarios. Tales deudas son impagables y se han convertido en un problema serio para el bienestar de muchos jóvenes.
Sin embargo, con todas las apasionadas movilizaciones que genera Sanders en sus mítines políticos, un enfrentamiento con Trump con el solo apoyo del voto de las nuevas generaciones no es suficiente. Necesita al votante convencional, a aquel que se encuentra en el centro y tiene ideales moderados.
En tal sentido, el que tiene más posibilidades de competir con Trump es el expresidente Joe Biden. No es un líder impecable como su jefe, el expresidente Obama, pero se ha presentado como el candidato idóneo para llegar a la Casa Blanca.
Biden a diferencia de Obama, no tiene un carisma natural; tampoco el poder de convencimiento en el momento del discurso político, ni mucho menos tiene la inteligencia de su ex jefe.
Empero, Biden es un batallador incansable en la tarima política. Muchos analistas daban por muerto a su campaña política. Hoy, después del Super Tuesday, Biden sonríe más, porque sabe que está a un paso de representar a los demócratas en noviembre. Que sea en hora buena.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com
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