El Diario
Tras la primera patada, los fans de los Rams se olvidaron de sus 100 dólares pagados por el estacionamiento
Es cierto que encontrar estacionamiento en Los Ángeles es complicado y costoso, pero cobrar 100 dólares por un lugar para dejar acomodar un carro parecería una verdadera locura.
La expectación creada alrededor del primer juego de temporada regular de los Rams en 22 años en esta ciudad hizo que los dueños de los lotes privados aplicaran tarifas exorbitantes.
Los estacionamientos ubicados en la calle Figueroa, justo en frente del Memorial Coliseum, se dieron gusto cobrando 100 billetes verdes a los clientes dispuestos a dejar su vehículo a un par de cuadras del estadio.
Tres horas antes de que empezara el encuentro, esos lotes ya estaban casi ocupados en su totalidad de aficionados que por la emoción de ver a su equipo no les importó pagar tal cantidad.
La locura de los precios altos siguió hasta las inmediaciones de estadio, en donde se desplegó una zona de entretenimiento para los fanáticos. Hasta ahí llegaron las llamativas y muy angelinas “Food Trucks” o “loncheras”, que no tenían intención alguna de cuidar el presupuesto familiar.
Hamburguesas con queso por 14 dólares, una orden de tres tacos miniatura con un poco de carne asada pasaba a manos de los comensales por 16 dólares, y las codiciadas cervezas para apagar la sed y combatir el fuerte calor no bajaban de los 17 dólares por el tamaño más pequeño.
Comprar un artículo oficial de los Rams en la tienda improvisada que se montó en el lugar también requería exprimir la billetera a más no poder.
Las gorras azules del equipo con la imagen del carnero al centro se vendían en 49 dólares, los jerseys con licencia de la NFL para ser comercializados costaban $109 y los rompevientos, unas chamarras de tela muy ligera, se cotizaban en $124.
Rock y futbol americano
La danza de billetes y tarjetas de crédito que se veía por todas partes acompañó en todo momento la emoción de los 90,000 fanáticos que abarrotaron el Coliseum para presenciar historia.
Desde 1994 no se jugaba en esta cancha un partido de temporada regular de la NFL y el domingo los Rams rompieron esa sequía al recibir a los Seahawks de Seattle.
Las camisetas de diferentes tonalidades de azul, estampadas con cuernos de carnero, que iban desde el amarillo mostaza hasta el dorado brillante reaparecieron en las calles de Los Ángeles.
La electricidad que transmitían los aficionados por su equipo se transportó adentro del estadio en donde un concierto de la banda Red Hot Chili Peppers hizo correr la adrenalina de los presentes.
Al los golpes alocados de batería y los acelerados acordes de las guitarras le siguió un momento más solemne.
La interpretación del himno de Estados Unidos fue observada con respeto por parte de los jugadores de los Rams, mientras que los integrantes de los Seahawks optaron por entrelazar sus brazos para honrar a su bandera.
Tras los acordes solemnes de unidad se vivió un momento de gran expectación que hizo erupción con un desgarrador grito de celebración cuando se dio la patada inicial del partido.
Con el balón en juego, el recuerdo de haber pagado 100 dólares por estacionamiento se transformó para algunos aficionados en uno borroso del que no valía la pana acordarse.
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