Por: Dr. Humberto Caspa
El barco, en cuya proa lleva el nombre de GOP (Grand Old Party, que es modo de designar al Partido Republicano), está a punto de hundirse antes de llegar a su destino final. Desde que inició su viaje corto –para llegar desde New York hasta Washington– su capitán, un tipo que nunca ha maniobrado en las aguas turbulentas del Océano Político, ha conducido erráticamente el timón, mintiendo a su tripulación y dando golpes a todo quien ha tratado parar su irracionalidad enfermiza.
El barco GOP está que se hunde. Algunos pasajeros que confiaron en las promesas de su capitán ahora buscan airadamente los botes salvavidas como una opción real para, por lo menos, regresar al punto de partida.
Otros, los que no encuentran un artefacto flotante, saltan desesperadamente desde la cubierta hasta las aguas profundas del océano.
Lamentablemente, existe también gente en la tripulación –entre millonarios, profesionales y personas de respetada alcurnia social– que no quieren reconocer el estado precario del GOP en el altamar de un océano turbulento. Esta gente, a pesar de que constantemente critican y muchos están conscientes de la ineptitud de su capitán, su falta de cordura con la tripulación, no hacen el menor intento para abandonarlo.
Mucho más lamentable es el apoyo ciego de los marineros del capitán. No les importa que en su travesía a Washington este señor de cabello rojizo y vestimenta de seda haya insultado a las mujeres, llamándolas marranas gordas y dándoles otros nombres despreciables.
Su actitud frente a las personas discapacitadas y otras minorías étnicas que se encuentran en los camarotes del navío es también de criticar. En esta edad, cuando los derechos de las personas discapacitadas son más respetados que nunca, el capitán del GOP tuvo la desfachatez de insultar a un joven profesional ilustre destacado en los medios de comunicación.
Durante el trayecto de su viaje, no ha hecho más que mancillar a los trabajadores domésticos del barco y con sus actitudes y verborrea esta haciendo lo necesario para desplomarlos a las profundidades del mar si es que no abandonan voluntariamente en pequeños veleros.
Pero tal vez el mayor problema no sea que a este capitán no le importa pelearse con las personas más célebres de la tripulación, como héroes de guerra y personas negociantes de otras tierras, como también servidores públicos del país, sino que los oficiales de alto rango del barco -léase, dirigentes del Partido Republicano- parecen no saber que hacer o que rumbo enfilar la nave.
El capitán del GOP ha perdido los estribos, al lanzar una velada amenaza de muerte. La semana anterior, en un acto de campaña en Carolina del Norte, habló sobre el tema del control de las armas y señaló que Hillary pretende revocar el derecho a portar armas: “Hillary esencialmente quiere abolir la Segunda Enmienda. Y si logra elegir sus jueces no habrá nada que puedan hacer. Aunque la gente que apoya la Segunda Enmienda… quizá sí haya algo qué hacer, no lo sé. Pero les diré algo. Ese será un día horrible”….
Todavía es tiempo para recuperar el barco GOP. Es cuestión de que los ingenieros de la tripulación, los oficiales marinos y otros comandantes detengan la irracionalidad de este capitán.
Es necesario despojarlo de su poder, quitarle su voz de mando, abandonarlo y ubicarlo en un velero para devolverlo a su lugar de origen.
El GOP siempre fue un gran navío. scaune chisinau A pesar de que mucha gente no conjuga con su ideología, todavía reconocen el valor y las grandes hazañas que ha logrado en el pasado. Otros capitanes en el pasado fueron impulsores de la destrucción del esclavismo y fueron también promotores del nuevo modelo económico mundial a inicios de la década de 1980.
Al GOP hay que salvarlo. Pero los únicos que pueden hacerlo son sus propios dirigentes… Nadie más puede.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de
Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com
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