Los niños cuyas comidas son preparadas ‘por mamá’, están mejor alimentados y menos obesos que aquellos cuya comida la elige y prepara una persona diferente
“Madre, solo hay una” dice el refrán. …Y formas de alimentar al niño hay muchas, dice la realidad. Sin embargo, cuando es la mamá quien se encarga de elegir y preparar los platos de los hijos, en general los resultados son beneficios para la salud y el peso corporal, según afirman los estudios médicos.
Científicos de la Universidad de Granada (España) han confirmado que existe una asociación significativa y directa entre el estado nutricional de los niños y quien les prepara la comida.
Así, los hijos cuyos menús son preparados por sus madres suelen estar mejor alimentados y sufren menos obesidad, en tanto que su estado nutricional tiende a empeorar “cuando una persona diferente es quien prepara el menú familiar”.
Para analizar la influencia del entorno familiar en el desarrollo del sobrepeso y la obesidad entre los alumnos, los científicos emplearon un cuestionario elaborado por el equipo, en el que se recogía información relativa a aspectos de su entorno familiar y también refreída a la frecuencia de consumo de determinados alimentos y a la práctica de alguna actividad física.
De acuerdo a los autores, existe “una imperiosa necesidad” de fomentar prácticas y estilos de vida saludables entre las familias, que mantengan un adecuado estado nutricional y de salud del niño, entre las cuales es altamente recomendable la práctica de ejercicio físico a través de “juegos clásicos”, no sedentarios.
“La relación del niño con su objeto primario, la madre, y hacia la comida están unidos uno con el otro desde el principio” explica la psicóloga clínica Carmen Moyano Rojas.
De acuerdo a Moyano Rojas, “lo que comemos, cómo lo comemos y cuándo tiene mucha importancia. Todo el ambiente y la preparación para esta reunión familiar a través de la alimentación, así como la actitud que se mantiene durante ese encuentro, nos proporcionarán las bases para crear el especial vínculo que nos trae la ‘ceremonia’ de la comida”.
“Construir unos buenos hábitos alimentarios, con paciencia y mostrando una actitud saludable y positiva hacia la comida es el factor inicial y más importante. Estos hábitos debemos transmitirlos no sólo cuando estamos comiendo, sino desde que escogemos y compramos los alimentos en el supermercado, en la cocina preparando la comida, en la propia mesa…”, aconseja esta experta en Terapia Breve.
Del estudio de la UGR, se desprende, entre otras conclusiones, algo aceptado por la sabiduría popular: que si no fuera por la participación de su madre, los niños preferirían alimentarse exclusivamente a base de pizza, salchichas, dulces, patatas fritas, palomitas de maíz y espaguetis con salsa de tomate. Pero sorprendentemente no es así.
En concreto, los que comían tres o más veces a la semana con sus familias eran un 12% menos propensos a tener sobrepeso que los que comían pocas veces o ninguna vez con sus familias y además un 20% menos propensos a comer dulces, alimentos fritos, gaseosas y otros alimentos no saludables.
Comer juntos cinco o más veces redujo la probabilidad de una mala nutrición en un 25%, y los niños que comían con sus familias también eran un 35% menos propensos a tener un trastorno alimentario, tales como atracones, purgas, tomar pastillas para adelgazar o laxantes, vómitos o saltarse las comidas, según reveló la revisión de los estudios.
“Es importante que los padres conozcan la contribución de la familia en los resultados positivos relacionados con la nutrición y sepan lo que pueden hacer, sobre todo con la obesidad y los hábitos alimenticios, y el papel que pueden desempeñar”, señaló la doctora Hammons.
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