Por: Gabriel A. Figueroa
¡Oh, sueño americano!
hermoso despertar para algunos,
doloroso amanecer para otros.
Sueño contigo deshojando margaritas:
¿me quieres? ¿no me quieres?
Yo sé que tú me quieres
porque tú amas a todo el mundo,
de eso estoy seguro
porque tu amor no tiene fronteras.
Pero tú eres propiedad privada,
el Tío Sam es tu dueño
y como tal él dispone
quien sí y quien no gozarte debe.
Yo no soy el escogido, está visto.
Tengo méritos pero no tengo papales.
¡Oh, sueño americano!
Si no existieran las fronteras
no serías mi triste despertar,
serías mi sueño, hecho realidad.
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