Después de presentar una agenda política inclinada hacia la extrema derecha, pareciera que el senador Ted Cruz cavó su propia fosa de cara a las elecciones presidenciales de 2016. Pero no nos dejemos engañar por las apariencias. Ted Cruz sabe lo que hace, está vivito y coleando.
En frente de unos cientos de estudiantes de la Universidad Liberty, Ted Cruz prometió deshacerse de la oficina federal que recauda impuestos (IRS) una vez que fuera elegido como presidente de la nación. También prometió borrar, palabra por palabra, la ley de salud universal del presidente Barack Obama, la cual es conocida coloquialmente como Obamacare.
Asimismo, el senador Cruz se ha convertido en el caballo de batalla de los conservadores sociales en torno a la problemática de los LGTBI y la cuestión del aborto. Dice ser enemigo acérrimo de los matrimonios gays, de la adopción de niños por parte de homosexuales y no respalda la libertad de la mujer en una decisión enteramente de su cuerpo.
Con relación a los inmigrantes indocumentados, Ted Cruz sentenció que si vence en las elecciones primarias de su partido político y seguidamente gana a los demócratas en noviembre de 2016, crearía una muralla impenetrable a lo largo de la frontera mexicana-estadounidense. Irónicamente, Cruz nació en Canadá y su padre arribó a las costas norteamericanas por la vía “ilegal”.
Durante su presentación, se jactó que su padre, hoy convertido en un pastor, de joven luchó a lado de los revolucionarios castristas cubanos contra el régimen dictatorial de Fulgencio Batista. Empero, por un amor profundo a la “libertad”, el nuevo gobierno socialista de Cuba lo puso en la cárcel por un buen tiempo.
Obviamente, todo este proyecto de gobierno absurdo e irreal no es compatible con una sociedad progresista de Estados Unidos. Sin embargo, Ted Cruz insiste en presentarse de esta manera porque, en el fondo, sabe que esta posición le permite una ínfima esperanza de llegar a su objetivo final.
En este sentido, Ted Cruz no está loco, tampoco sufre de miopía política o no alcanza a visualizar con claridad los problemas sociales y políticos de la sociedad norteamericana.
Por el contrario, Ted Cruz sabe lo que hace. Tiene claro los elementos políticos que predominan en las elecciones primarias. Sabe que los que votan en estos comicios son una minoría radicalizada por las doctrinas extremas; es decir, los que tienen más consciencia política, los duros, los que están motivados social, política y económicamente. En el Partido Republicano a menudo esa gente simpatiza con los Tea Party y los ultras de su partido.
Por eso, la estrategia de Ted Cruz es inclinar la balanza política a su favor mucho antes de que otros candidatos conservadores sociales, como Mike Huckabee o Rick Santorum, ofrezcan un proyecto similar.
Los candidatos moderados, como es el caso Jeb Bush y Marco Rubio, van a tener que nadar contra la corriente de un río republicano dominado por causes ultra-conservadores. Si no se mantienen en su balsa, tanto Bush como Rubio, terminarán como Mitt Romney en las elecciones de 2012, desechos y radicalizados por los Tea Party
Así, Ted Cruz no le hace ningún favor a su partido político. Los que ganan con su candidatura son los demócratas. Estoy casi seguro que Hillary Clinton ve como un sueño enfrentarse a Ted Cruz en las elecciones presidenciales.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move.
E-mail: hcletters@yahoo.com
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