Associated Press
Erica Werner
Un aumento en las familias y niños no acompañados que llegan de Centroamérica a la frontera sureña de Estados Unidos ha despertado el temor a otra crisis fronteriza como la que acaparó titulares a mediados del 2014…
Y podría dar impulso a las ambiciones presidenciales del republicano Donald Trump, al tiempo que crea problemas a la precandidata demócrata Hillary Clinton y al presidente Barack Obama.
En meses recientes llegaron de Centroamérica a la frontera más del doble de familias y menores sin acompañante que el año pasado, según los últimos datos. Las cifras podrían subir aún más a partir de febrero y principios de la primavera, cuando suelen aumentar las llegadas, y quizá eclipsar los números que produjeron la crisis de 2014.
Esta oleada fue uno de los motivos por los que el Departamento de Seguridad Nacional, en estrecha colaboración con la Casa Blanca, inició una serie de redadas contra migrantes en varios estados durante las fiestas de fin de año, reuniendo a 121 personas para deportación. En algunos casos, las detenciones se hicieron durante redadas sorpresivas de madrugada que sembraron el miedo en las comunidades de inmigrantes que están en el país sin permiso y enfurecieron a algunos aliados demócratas del presidente.
“Que la gente tenga miedo de abrir la puerta a extraños, no vaya a trabajar, etcétera, no es una novedad saludable”, afirmó la representante demócrata Zoe Lofgren, que el martes tenía previsto acudir a una rueda de prensa donde varios colegas demócratas en la cámara presentarían una carta firmada por unos 90 legisladores pidiendo el fin de las redadas.
Logfren dijo compartir la preocupación de que se esté gestando una nueva crisis en la frontera, pero al igual que otros demócratas sostuvo que debe tratarse a los migrantes como refugiados. Muchos huyen de la brutal violencia de pandillas en El Salvador, Honduras y Guatemala, los mismos países donde la violencia y la inestabilidad obligaron hace dos años a mujeres y niños a emprender el peligroso viaje hacia el norte, abrumando las instalaciones estadounidenses y produciendo perturbadoras imágenes de niños asustados hacinados en instalaciones de la Patrulla Fronteriza.
Estas imágenes siguen frescas en la memoria de los legisladores y evitar que se repitan es una prioridad. En esta ocasión, las fotografías llegarían en medio de una campaña presidencial en la que la inmigración ya es un tema clave. Trump insiste en que deportaría a cualquier persona sin permiso de residencia, mientras que Ted Cruz y Marco Rubio, también aspirantes a la candidatura republicana, intercambian acusaciones sobre quién tiene el mejor historial en este asunto.
Una nueva crisis fronteriza no haría más que avivar estas disputas y pondría a la defensiva a la Casa Blanca y posiblemente a Clinton.
Los funcionarios del gobierno dicen estar mejor preparados que en 2014 para una nueva oleada, lo que incluye más capacidad para alojar a menores. Pero el gobierno tiene herramientas limitadas para contener esa oleada. El gobierno ha redoblado su publicidad en países centroamericanos para advertir sobre los peligros del viaje y ha destinado 750 millones de dólares a fin de año para ayudar a esos países.
Las autoridades también defienden las polémicas redadas, criticadas por Clinton y los otros aspirantes a la candidatura presidencial demócrata al tiempo que eran elogiadas por Trump, que también se atribuyó parte del mérito de que se realizaran.
Aunque los demócratas ponen en duda que estas operaciones disuadan a mujeres y niños desesperados, personal de la Casa Blanca dijo que la iniciativa responde a las nuevas recomendaciones sobre deportación hechas por el gobierno, que priorizan a los delincuentes y recién llegados. Todos los afectados por las redadas llegaron después de 2014 y habían agotado sus opciones legales.
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