Estamos a una semana de las elecciones intermedias. Históricamente, el electorado nacional ha demostrado mucha reticencia y dudas con el proceso democrático en este tipo de elecciones. Los latinos, especialmente, hemos sido uno de los grupos étnico-nacionales que menos hemos acudido a las ánforas para hacer revalidar el poder que nos asigna la constitución norteamericana: elegir a nuestros gobernantes.
Desechemos el mito de que las elecciones intermedias no son tan importantes que las presidenciales.
Las elecciones de noviembre van a determinar cuál de los dos partidos va a tener dominio del Senado. Como destaqué en otras oportunidades, el partido Republicano puede tener la oportunidad de controlar tanto la Cámara de Representantes y el Senado en el Congreso Federal. Si eso sucede, los latinos simplemente estamos “cocinados” en términos de una reforma migratoria integral en lo que resta de la Administración Obama, incluyendo los dos primeros años del próximo presidente.
Por otra parte, a nivel local –elecciones por gobernadores, en las asambleas y senados locales, municipios y diversos distritos–, las elecciones son todavía más importantes; incluso, en algunos casos, el valor de este proceso electoral tiene más peso que cuando elegimos al presidente de la república.
En una charla amena e informativa que tuve hace algunos años con el editor de un periódico de San Diego, Daniel Muñoz, me comentaba que en las elecciones locales, específicamente en las municipales y en las de los distritos –escolares, aguas, colegios comunitarios, entre otros–, “solo los radicales salen a votar”.
¿Qué quiere decir lo anterior para los latinos? Que los temas de gobierno que más incidencia tienen en la vida diaria de la gente, como el presupuesto para la educación de sus hijos y la educación en general, cuestiones de desarrollo municipal, el comercio de seguridad y policial, la basura en las calles, etc., los que deciden son un pequeño grupo que vela sus propios intereses.
No nos olvidemos que nuestros gobernantes locales determinan los diversos estratos de comercio (zoning). En situaciones especiales, tienen la capacidad de decidir quiénes/quién tienen la facultad de operar un negocio en la ciudad.
Por consiguiente, a pesar de que en estas elecciones no se elige al presidente, la población latina tiene la obligación de acudir a los recintos electorales para hacer valer su libertad de elegir a sus gobernantes.
De acuerdo a un artículo publicado en Los Ángeles Times, se estima que los latinos acudiremos en un porcentaje muy bajo a los despachos electorales. Otro periódico importante del país, New York Times, predice que los latinos acudiremos a las ánforas, pero no en el número indicado. En tal sentido, de acuerdo a estos periódicos nacionales, nuestro voto no incidirá en el resultado de las elecciones por el Congreso Federal y será mucho menor a nivel estatal, municipal y distrital.
Probablemente las encuestas realizadas por dos de los periódicos más importantes del país tengan algo de cierto. Sin embargo, ninguna empresa que se dedica a las encuestas nos puede asegurar al cien por ciento de los resultados de una elección. Todas las encuestas tienen un margen de error. Y como sucedió en algunas oportunidades, nosotros, los votantes, podemos cambiar el rumbo de las encuestas con nuestra capacidad de votar.
Este fin de semana, todos tenemos una obligación con el país que nos permite la oportunidad de ganarnos el pan de cada día. Uno por uno tenemos que acudir a los recintos electorales. No importa la afiliación política –demócrata o republicana— lo importante es votar por la persona que sientas que va a reivindicar tus intereses y derechos. Todos a votar.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com
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