Por desgracia y por mucho que nos cueste aceptarlo, los abusos infantiles son mucho más frecuentes de lo que quisiéramos que sucedieran y en todo tipo de entornos y situaciones sociales. De pequeño se es vulnerable e inocente y por lo tanto no se comprende ni se puede defender de abusos y maltratos, ni siquiera llega a entender que es lo que está sucediendo. Pero aunque no lo creas, esto puede condicionar las relaciones de pareja y hasta sexuales cuando ya se es adulto. Por eso, si éste fuera tu caso, debes tomar control de la situación y romper con esos traumas para construir relaciones adultas sanas, para ti y tu pareja.
Los expertos dicen que “lo que aprendemos cuando somos pequeños nos acompañará durante toda la vida, nos guste o no… A no ser que seamos conscientes de ello y cambiemos lo que nos está causando más perjuicios que beneficios”. Y esto se aplica también a las relaciones afectivas, como la que se tiene con amigos, familiares y hasta compañeros de trabajo.
Ahora bien, existen algunos hábitos que deberás dejar atrás si quieres crecer a nivel emocional dejando en el baul de tu pasado todos los traumas que traes de pequeño.
Deja atrás las carencias afectivas: cuando no hemos tenido a alguien cerca para darnos muestras de afecto regularmente, podemos buscar en una relación a alguien que esté todo el tiempo atento a nuestras necesidades, para recibir y dar el afecto que creemos que nos falta o podemos mostrarnos demasiado fríos o distantes. Así no funciona.
Deja atrás las exigencias irracionales: si hemos crecido en un entorno en el que se nos han consentido y dado todo, pensamos que nuestra pareja tendrá que hacer lo mismo, y no nos damos cuenta de que nadie está obligado a darnos nada si no quiere, y que el amor también hay que ganárselo.
Deja atrás los complejos de inferioridad: si no nos creemos que somos dignos de ser amados, (porque no somos lo suficientemente guapos, o simpáticos o ricos o alguna otra razón) será difícil encontrar una pareja que nos respete y nos quiera tal como somos.
Deja atrás la sumisión: muchas personas piensan que la única manera de mantener su relación es decir que sí a todo. Temen el enfrentamiento y piensan que van a ser abandonados por hablar. La parte negativa es que, el día que estallan… estallan y en ocasiones solo porque sí.
Deja atrás el perfeccionismo: la perfección llevada al ámbito de pareja es devastadora. Nadie es perfecto e intentar serlo también en este ámbito es una fuente de problemas, porque provocará el tener que estar continuamente disimulando o mintiendo. O, lo que es peor, entrando en una dinámica de exigencias mutuas que resultan insostenibles para que una pareja funcione: confianza, y aceptación.
Deja atrás la desconfianza: resulta realmente incómodo estar con alguien que está siempre a la defensiva, que se toma cualquier comentario como algo personal, y que atribuye cualquier pequeño incidente a una presunta mala intención por parte de su pareja. Desconfiar es la mejor manera de arruinar una relación.
Deja atrás los sacrificios: poner las necesidades de los demás siempre por delante de las propias produce un alto grado de resentimiento que, más tarde o más temprano, encontrará una forma de salida. Y no será la más adecuada precisamente. Hay que atender las necesidades propias, y las de la pareja, de una manera equilibrada.
Deja atrás el aislarte socialmente: por múltiples razones, en algunas familias no se acostumbra socializar. Esto hace que, cuando uno se hace adulto y quiere formar pareja, la primera dificultad que encuentre es incorporarse a otro grupo familiar. Por lo general, estas personas siempre están comparando su propia familia de origen, y se sienten incapaces de crear su propia familia.
Deja atrás el mal carácter: probablemente en casa se nos aguantaron muchas rabietas, pero de adultos y en pareja resulta un hábito absolutamente insoportable. Uno no nace con buen o mal carácter: el temperamento es algo que se perfila y se moldea, y somos nosotros los que elegimos cómo queremos tratar a los demás y ser tratados.
Deja atrás la negligencia: si en tu familia les daba igual que hicieses las cosas bien o mal, es importante que sepas que a tu pareja no tiene por qué parecerle lo mismo. Hacer las cosas mal, o dejar de hacerlas, significa que no te interesa mantener una relación con esa persona.
Lo importante es saber que a pesar de las consecuencias y el daño que se nos haya causado cuando fuimos pequeños, se puede trabajar con este tipo de traumas, y se pueden superar realmente, pero para ello el primer paso es saber que existen y que necesitamos ayuda. La inestabilidad emocional puede traer cambios muy fuertes e incluso descontrolados a la pareja, por eso habla de tus emociones…
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