Por: Dr. Humberto Caspa
Martin H, Millard, el racista de Costa Mesa, California, que se infiltró en el gobierno de esta ciudad a inicios del 2000, es uno de los miles de neonazis que finalmente encontraron un candidato a la presidencia de su talla. Donald Trump predica toda la absurda ideología, los prejuicios sociales y el racismo enfermizo de esta gente.
De los millones de votantes que Trump dice haber persuadido para adjudicarse la nominación de los republicanos, un gran porcentaje proviene de estos grupos que, anteriormente, prestaban muy poca atención a las elecciones presidenciales.
Antes, estos radicales de la derecha eran los parias del sistema político y de la sociedad norteamericana. Con la candidatura de Trump han salido de sus nichos, de sus guaridas impregnadas de racismo y han logrado movilizarse en la sociedad en forma masiva.
Allá en la década de 2000, Millard y un grupo de políticos extremistas secuestraron al gobierno local de Costa Mesa. Después de haber conseguido su objetivo principal –es decir, después de colocar a sus propios correligionarios en el gobierno de la alcaldía, en el cual Millard fue uno de sus comisionados–, legislaron ordenanzas racistas contra la comunidad latina desde el gobierno local.
Del mismo modo y a nivel nacional, estos grupos de extrema derecha tienen intenciones malsanas después de lograr su objetivo principal: la Casa Blanca. En este sentido, Trump es un político que hace referencia a sus más íntimos ideales racistas. Su política de cerrar la frontera mexicana-estadounidense y no permitir que algún mexicano cruce la frontera es un sueño largamente expresado por los segregacionistas.
Millard y su gente critican fervientemente el multiculturalismo existente en la sociedad norteamericana. En sus escritos sostiene que la relación de una persona de ascendencia Europea-norteamericana (Blanca) con otra persona no-europea (Latina, asiática, afroamericana, etc.) es una contradicción a la evolución de la naturaleza humana.
En vez de hacerse más “inteligentes”, sugiere Millard, los europeos-norteamericanos se hacen más “tontos” una vez que mezclan sus cromosomas con otro tipo de gente que no es la suya. De acuerdo a esta perspectiva, Estados Unidos está en un retroceso histórico debido, especialmente, al incremento de grupos raciales inferiores y a la disminución gradual de norteamericanos de descendencia europea.
El hecho de que Trump prefiere, como esposas o como parejas sexuales, a mujeres de ascendencia Europea, los segregacionistas como Millard ven como un acierto personal que todos los norteamericanos-europeos deberían imitar. Esta gente racista ha sido muy crítica al hecho de que Jeb Bush haya contraído matrimonio con una mexicana. Millard considera que este tipo de relaciones “interraciales” es como un “genocidio contra la raza blanca a través del matrimonio”.
Así, estamos entrando en un proceso político bastante delicado. Tenemos dos candidatos políticos que son prácticamente muy diferentes no solamente en su ideología política al interior del país sino también en el ámbito internacional.
Ana Navarro, comentarista republicana en los programas de CNN, tiene muy claro la película con relación a la candidatura de Trump. “Secuestró a mi partido político” dijo, pero también aseveró que “no va a votar por Trump por ningún motivo”.
Muchos republicanos se encuentran en la misma encrucijada. Sin embargo, la elección a la hora de votar es muy fácil. Votar por un racista (Trump) o votar por una persona (Hillary Clinton) que, por lo menos, encarna la misma ideología política de la mayoría de los estadounidenses.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com
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