Sophie Haibel, la hermana menor de Constanze, esposa de Wolfgang Amadeus Mozart, algunos años después recordaba el terrible presagio que vivió el primer domingo de diciembre de 1791, cuando estaba en la cocina, preparando café para su madre. Y mientras esperaba, Sophie miraba fijamente la llama de una lámpara de aceite mientras y pensaba en el marido enfermo de Constanze. De pronto, la llama se apagó. Con una horrible premonición, corrió hacia su madre, quien le aconsejó fuera sin tardanza a la casa de Amadeus.
Constanze recibió a su hermana con alivio, diciendo que él había pasado una mala noche, y le suplicó quedarse. Por su parte el genial músico le dijo: “Ah, querida Sophie, qué contento estoy de que llegaste. Quédate esta noche para verme morir”. A su lado estaba un asistente llamado Sussmayr, a quien Mozart daba instrucciones para terminar su última obra, una misa de réquiem. Una hora antes de que cayera la medianoche Mozart perdió la conciencia.
Murió a las 00:55 del 5 de diciembre de 1791. Quien había sido niño prodigio y prolífico compositor aún no cumplía los 36 años.
EL PRINCIPIO DEL FIN…
Como siempre estaba apurado por dinero, Mozart trabajaba a ritmo febril sus familiares y amigos lo notaban tenso y exhausto por el exceso de trabajo. Cuando cayó en cama el 20 de noviembre, nadie sospechó que su mal fuera incurable.
Todo comenzó con hinchazón en manos y pies y la incapacidad casi total de moverse, luego siguieron accesos de vómito y se le diagnosticó fiebre militar aguda. El análisis fue confirmado en el registro oficial de defunciones de Viena.
Pero el mismo Mozart sospechó un juego sucio. Unas semanas antes de morir, le dijo a Constanze que lo estaban envenenando: “Alguien me dio agua tofana y calculó el momento preciso de mi muerte”. El agua tofana, un veneno inodoro, de efecto lento y con una base de arsénico.
El 31 de diciembre de 1791, un diario de Berlín notificó la muerte del compositor y especuló acerca de la causa. “Como su cuerpo se hinchó después de morir, la gente pensó que fue envenenado”. A diferencia de los cuerpos que se ponen rígidos y fríos casi de inmediato, el cadáver de Mozart era suave y elástico, como el de los que mueren envenenados.
¿Quién quería la muerte de Mozart?… El primer sospechoso fue Antonio Salieri, compositor oficial del emperador José II. El motivo: una rivalidad inaudita y envidia por tocar en la corte.
También se difundió otro rumor en los meses posteriores a la muerte de Mozart: el compositor había sido castigado por revelar secretos de los francmasones en La Flauta Mágica. La ópera alegórica fue estrenada en Viena el 30 de septiembre de 1791, dirigida por el mismo Mozart, fue un gran éxito entre público y los críticos.
FUNERAL APURADO
Como Constanze estaba necesitada de dinero cuando murió su esposo, eligió el funeral más barato: su costo se estimó en 30 dólares. El 7 de diciembre a las 14:30, el cuerpo fue llevado a la catedral de San Esteban, donde pocos dolientes -se cree que también Salieri- asistieron al servicio en una capilla lateral. Se dice que la lluvia y la nieve impidieron que los testigos acompañaran a la carroza fúnebre al cementerio de San Marcos, a una hora de camino, por lo que nadie supo en qué punto de la fosa común se puso el cuerpo.
En realidad, como escribió un periodista de la época, fue un perro callejero el único cortejo fúnebre que acompañó al gran compositor hasta su tumba.
Y Créalo o No, Así Fue!!!… el triste final de Wolfgang Amadeus Mozart, uno de los más preclaros genios de la música de todos los tiempos!
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