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Una Tarde Fría

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Por: Trinidad López C.

Un veintidós de diciembre

que nunca voy a olvidar

la gente parecía un enjambre

caminar en la orilla del mar.

La tarde se sentía friolenta

que incomodaba poder andar

las olas estaban violentas, 

y salpicaban al golpetear.

El mar ya se miraba sediento

por mucho tiempo sin llover,

las gaviotas en el viento

volaban sin poderse detener.

La gente andaba intranquila

que el sol se miraba esconder,

la luna se encontraba dormida

soñando salir al anochecer.

Qué bonitos se ven los mares

de una tarde fría sin el sol,

aquí mueren tristezas y males

mirar el océano es un esplendor.

 

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