Don Chacal era muy rico y tenía una cabaña en la montaña. Sus amigos se contaban por docenas, dado su carácter sociable y desprendido. Entre ellos estaba don Oso, honrado oficinista de profesión y débil económicamente, pero con un gran corazón.
Cuando ambos amigos llegaron a la cabaña, la montaña estaba totalmente cubierta por un manto de nieve.
– ¡Magnífico!-dijo Chacal, muy contento
– ¡Vamos a practicar mi deporte favorito, el esquí.
Aunque don Oso no era un experto en este deporte, al menos se defendía con dignidad. Ya tienes a ambos haciendo equilibrios sobre la pista nevada. Sus tablas, ligeras y de buena calidad, se deslizaban con limpieza.
Don Oso se caía cada dos por tres, y ello divertía mucho a su amigo: -ja, ja, ja! ¡Mira cómo te has puesto! ¡Si pareces un pingüino!
– Le decía don Chacal .
El que ríe al último, ríe mejor, porque la siguiente caída perteneció a don Chacal. ¡Qué trastazo tan terrible! El, como experto que era, esquiaba a gran velocidad, desafiando un considerable riesgo.
– ¡Ja,ja,ja! ¿Conque parecía yo un pingüino, eh?-rió don Oso. Por desgracia, su amigo don Chacal se había partido una pata.
Don Oso, muy solícito, se dio prisa en llevarle a su cabaña. Allí encontró el accidentado la asistencia médica que necesitaba. Las pequeñas vacaciones no habían terminado demasiado bien.
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