Hay padres que, preocupados porque sus hijos no pasen las mismas penurias que ellos, idean diferentes tipos de planes para que cuando éstos crezcan, no tengan dificultades para vivir desahogadamente, sobre todo en cuestión de finanzas. Si bien, no tiene nada de malo esto, existen muchas otras cosas más importantes que puede dejarles como herencia; algo que no se acaba, gasta, ni deteriora con el tiempo: una correcta guía y buenos consejos, factores que tendrán un impacto positivo en la vida de ellos.
Así que si usted desea dejar a sus hijos una buena herencia, deje de trabajar desenfrenadamente y acumular tesoros invaluables, mejor dedíqueles tiempo y atención, y comience a hacer no lo indicado, sino lo necesario en ellos. Déjeles un legado que no acabe cuando usted se vaya de este mundo, sino que perdure por generaciones.
Es cierto, tenemos que trabajar para vivir, pero que esto no sea un pretexto para no hacer lo que debemos con los hijos. No cambie esto por comodidades o cuestiones materiales. No vale la pena!
Sus hijos, su familia, son su tesoro, cuídelo y nútralo. Ya deje de preocuparse en cómo acrecentar su patrimonio familiar el cual tiene destinado dejar a sus hijos como herencia, sin embargo, no hay mejor herencia que la que usted, como padre, puede dejarles, como su cariño, su amor, sus cuidados, pero sobre todo, su buena guía y consejos. Ese es el mejor tesoro que les puede dejar y en el que tiene que trabajar arduamente y a diario!
Es común escuchar “la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos es una buena educación”. Si bien, en esta sociedad, esto es cierto, esta herencia no será suficiente si no la conjunta con sus buenos consejos, y los guía hacia donde debe con buenos valores.
Un hijo dependerá de usted durante muchos años de su vida, y aunque crezcan, probablemente esa dependencia será para siempre; usted será el tronco del que saldrá su rama, una rama que beberá de su savia, savia de la que tendrán que alimentarse, de la que deberán aprender y a la que acudirán buscando cobijo, ayuda, consejo, cada vez que se sientan derrotados o que no encuentren la salida.
Raíces y Alas El reconocido escritor Hodding Carter dice que sólo existen dos herencias duraderas que podemos dejar a nuestros hijos: raíces y alas. Ambas son indispensables si queremos que nuestros hijos sepan tomar decisiones que les orienten y proyecten hacia su propio crecimiento y el de los demás.
No sólo debemos preguntarnos qué significa de manera concreta dejar raíces y alas a nuestros hijos, sino además, cómo hacerlo y cuál es el mejor momento. Como sabemos, las raíces son las que nos permiten sustentarnos, son los fundamentos o valores que orientan nuestra vida; mientras que las alas nos impulsan y nos permiten llegar tan lejos como soñamos.
¿Cómo lograr que nuestros hijos construyan principios y valores y al mismo tiempo desarrollen su creatividad y capacidad de soñar? Sara Victoria Alvarado y Héctor Fabio Ospina, una pareja de investigadores en temas de niñez, dicen que los principios y los valores se aprenden por degustación, no por imposición o por castigo. Es decir, que la mejor manera de enseñar a nuestros hijos el amor, el respeto o la confianza, por ejemplo, es amándolos, respetándolos y confiando en ellos.
Este es el momento para revisar qué ‘degustación’ les ofrecemos y qué ambiente les estamos propiciando. Entre más pronto empecemos más profundas serán las raíces y más fuertes las alas.
Hoy, los conocimientos alcanzados por la humanidad, nos demuestran que desde la gestación y en los primeros años de la vida tenemos la mejor oportunidad para ‘alimentar’ con valores y estimular con el mejor ambiente y desarrollo de nuestros hijos. De esta manera, aún cuando el mundo esté lleno de peligros, ellos/as sabrán actuar con responsabilidad, confianza y creatividad para encontrar las oportunidades que les permitan ser mejores seres humanos.
La herencia del padre modelo no es tanto lo material, sino el legado de su conocimiento y sus valores; no es darle a un hijo todo lo que pide, sino enseñarlo a valorar lo que tiene. La mejor herencia que se puede dejar a un hijo es intentar que su vida sea lo más feliz posible, que las caricias no falten, que los besos permanezcan día a día en sus mejillas, que vea en usted su guía, que su ilusión y sus ganas de hacer las cosas, sea un aliciente más con el que se levante cada mañana.
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