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AGRADECER DE VERDAD

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Te voy a contar una historia. Ponte cómodo que va pa’largo….   Si eres tan ‘joven’ como yo  recordarás o habrás oído cómo se celebraba la Navidad antes,  con posadas y pastorelas y nacimientos vivientes, y  en todas esas celebraciones eran importantes los pastorcillos. Y eran bien atendidos.  Los pastorcillos para allá, y los pastorcillos para acá……. y “que vengan los pastorcillos” “atiendan bien a los pastorcillos” ‘denles dulces  a los pastorcillos primero’... y que una piñata sea nomás para los pastorcillos…   Eran bien atendidos y tomados en cuenta los pastorcillos. Pero cuando pasaba la Navidad ni quien se acordara de ellos. Cuentan que unos pastorcillos después de la Navidad se les ocurrió pasar al curato a pedir dulces. Salió el sacristán preguntando quiénes eran qué querían y cuando supo que eran los pastorcillos, se enojó y los despidió enojado  con un dicho que pasó a formar parte de los dichos populares: “A la…..  (el sacristán usó otra palabra más vulgar, aquí diremos:)  a la fregada los pastores, se acabó la Navidad”

La historia viene a cuento por lo que te voy a explicar. Sucede a veces que a la gente la alabamos y halagamos nomás mientras los necesitamos. Cuando ya no nos sirven, simplemente les damos las gracias y que sigan su camino, y a veces ni las gracias les damos. Como dice el dicho: después de un buen servicio, un mal pago... y de malagradecidos está  lleno el infierno.

Durante esta pandemia hemos elevado al grado de ‘héroes’ a doctores, enfermeras y demás personal de los hospitales que han estado en primera línea en la lucha contra esta enfermedad. Estoy seguro que muchos de ellos no se ven a sí mismos como héroes, simplemente hacen su trabajo con dedicación y entrega y…..  Siempre han estado allí, pero ahora los notamos más… Los necesitamos más.  

La pandemia abrió los ojos a muchos para que vieran de pronto a una multitud de empleados, obreros, y hasta pequeños empresarios que pasan desapercibidos en el diario trajinar de las ciudades, pero que son indispensables para que nuestras ciudades funcionen.

La pandemia nos abrió los ojos para ver también que admirábamos y teníamos por héroes a muchos que en tiempo de necesidad no son necesarios, que teníamos por héroes a muchos que creíamos importantes y que ahora  se encierran en sus casas como todos nosotros… Gente con diplomas y doctorados en materias que muchos de nosotros no entendemos, Gente con mucho dinero, están encerrados como nosotros porque serán muy importantes, pero no, no han de hacer tanta falta como los que limpian las calles, tiran nuestra basura, lavan las ropas de las camas de hospitales, surten los mercados, cultivan los campos… y que hacen tantas y tantas tareas “de segunda”, con sueldos de segunda o tercera… pero que son la base del funcionamiento de nuestra moderna vida. Quita la base y la pirámide se desploma, porque los de arriba no saben ser base. Quita a “los de abajo” y los de arriba se caen.

A ver si aprendemos y ponemos en su lugar  a los que nos sirven y ponemos en su lugar a muchos que prácticamente nomás vamos arrastrando… o cargando, pero no son muy necesarios que digamos… y mucho menos en casos de emergencia.

Ojalá esta epidemia, contingencia o suceso mundial nos traiga una sociedad mejor ordenada, que dé su valor a lo que de verdad vale y reconozca a los que de verdad trabajan por el bien de los demás, por el bien de la sociedad.

Muchos se pelean hoy en día, como siempre, por agarrar el micrófono…. para repetir, como robots, lo que han dicho otros; el chiste es estar al frente, más en un afán de egolatría que de servicio. ¡Adió! ¿No podrán estarse en paz y sosiegos un tiempo como toda la demás gente, sin público y sin aplausos?  Ojalá también aprendamos a poner gente valiosa al frente de nuestra sociedad, ojalá aprendamos a escoger a nuestros guías… Porque se han visto ‘guías’ que parece que andan perdidos y la sociedad necesita guías sabios y seguros de sí mismos, que no se desdigan hoy de lo que dijeron ayer.  

Cosas hay que tienen que cambiar. Para empezar: más gasto en salud y preservación de la vida y menos gasto en instrumentos de destrucción.  Pero sobre todo, Ojalá, ojalá que una vez pasada al pandemia sigamos teniendo como héroes a los trabajadores que no pueden quedarse en casa, porque son indispensables para que los demás sigamos viviendo… que sigan siendo los héroes que son y no haya ningún tarugo que les diga, como a los pastorcillos, que ya no los necesitamos que ya se acabó la epidemia… ¡¡Salud!!

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