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APRENDER A ESTAR LIMPIO TODOS LOS DÍAS… ES SÓLO CUESTIÓN DE COSTUMBRE!

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Después de realizar un gran número de análisis se ha llegado a la conclusión de que la edad apropiada para empezar a enseñar al niño buenos hábitos de higiene es a los dos años.

Y no solamente porque es cuando los niños luchan por hacer las cosas por sí mismos, sino también porque es cuando se sienten particularmente atraídos por los rituales que conlleva el aprendizaje.  Y mejor aún, como los niños de esta edad generalmente todavía no han llegado a la etapa de cuestionar todas las cosas, usted puede enseñarle buenos hábitos sin tener que entrar en explicaciones relativas a gérmenes y enfermedades. Todo lo que necesita es decirle: “Así es como los niños grandes y los adultos lo hacen”. A esta edad, es mejor enseñarles lo que deben hacer de la manera, más gráfica y precisa posible, pero evitando ser autoritario.

LAVARSE LAS MANOS

Es preferible enseñar este sencillo acto, que es uno de los pilares de la buena higiene, como parte de un ritual. No olvide que el niño a esa edad se va a estar ensuciando las manos constantemente, por ese impulso de querer tocarlo todo sin ningún tipo de mesura.  A medida que va mostrándole la secuencia exacta del lavado, enjuague y secado de las manos, vaya describiendo los detalles casi como lo haría un comentarista de deportes. Diviértase o exagere. Cuando termine, dígale que ha realizado un buen trabajo y que sus manos están bien limpias.

CEPILLARSE LOS DIENTES

El lavado regular de los dientes (cepillarse) es una destreza que requiere un poco más de coordinación, incluso para el niño más adelantado, por eso, es conveniente enseñarle la técnica apropiada para el futuro. La mejor manera es hacer que el lavado de dientes sea algo divertido. 

 Para la mayoría de los pequeños, el punto clímax es escupir la pasta de dientes. Esto es también importante que lo aprendan, pues a pesar de que sabe rica, hay que explicarles que no es para tragar, sino para limpiar sus dientecitos.

USAR EL INODORO

Al principio algunos pequeños se muestran renuentes a usar el inodoro, en realidad, el usarlo, bajar la palanca, lavarse las manos puede ser tan atractivo que se convierte en un incentivo para ir al baño.

 La llave del éxito, es hacer de esto un verdadero logro, no un deber. Y sobre todo que ir al inodoro, significa hacer las necesidades y quedarse limpio y satisfecho después.  Algunas veces, los niños de dos años no saben exactamente qué es lo que se supone que deben sentir al hacer sus necesidades. Puede que vean que el “pupú” es parte de ellos mismos y fascinarse por ello, o sentir ansiedad ante la posibilidad de que los demás consideren algo sucio.  Al niño de esa edad, en lugar de darle explicaciones sobre aspectos sanitarios, dígale algo como:   El pupú quiere salir de adentro de ti y caer en el inodoro. ¡Hola pupú! Ahora él quiere irse por la cañería, ¡adiós pupú!”

Recuerde que una buena higiene y quien aprende a cuidar y mantener limpio su cuerpo, no sólo será más saludable, sino que además estará muy contento de sus logros.

Como verá, por pequeño que sea no es difícil que un niño aprenda a estar limpio todos los días, es sólo cuestión de crearle hábitos de higiene… ¡es cuestión de costumbre!

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