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LA DEJADEZ DEMOCRÁTICA Y LA DESINFORMACIÓN RE-PUBLICANA

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Dice un sabio refrán que “a camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”. Y eso le cae como anillo al dedo a los políticos y partidos que se duermen en sus laureles y esperan, errados, que el apoyo de los votantes sea incondicional e inamovible, pase lo que pase o hagan lo que hagan.

Eso es algo que el Partido Demócrata no parece acabar de comprender, a pesar de las evidentes muestras de la urgencia con la que debería actuar para cumplir con lo que durante tanto tiempo ha prometido, sobre todo a las minorías y especialmente a los inmigrantes. Dar por sentado el apoyo de ese segmento de la población ya no es ni recomendable, ni mucho menos estratégico. En todo caso, sería negligente e irresponsable en términos políticos. Y eso siempre se paga, tarde o temprano.

El 14 de junio, por ejemplo, hubo una elección especial en el Distrito 34 de Texas, que era representado por el congresista Filemón Vela, quien renunció por un trabajo en el sector privado. Pues bien, el escaño fue ganado por la republicana Mayra Flores frente al demócrata Dan Sánchez. Y aunque en noviembre habrá nuevamente elección y muchos esperan que sea más favorable para los demócratas —dadas las nuevas líneas de redistribución de distritos congresionales—, lo ocurrido es muestra de lo que pasa cuando no se invierte en un distrito 89% hispano y en un estado como Texas que, al igual que en Florida, los republicanos siguen teniendo ganancias entre votantes latinos.

El exceso de confianza de los demócratas en su tan cacareada lucha en favor de la comunidad latina resulta en esos casos, como en la elección mencionada en Texas, en un monumento a la dejadez política o, en otras palabras, al desinterés en torno a las prioridades de los hispanos que en el fondo realmente privaría entre las filas demócratas.

Flores, de hecho, aceptó donaciones de líderes republicanos como Elise Stefanik, la tercera en mando en la Cámara Baja, quien se ha hecho eco de las teorías racistas conspirativas promovidas por supremacistas blancos y líderes republicanos. Y a pesar de que se sabe que toda esa basura política está enfocada en dañar a la comunidad latina inmigrante, Flores ganó irrefutablemente. Tan solo eso debería hacer sonar las alarmas para que los demócratas pusieran más atención en sus estrategias políticas.

Aunque se trate de una elección especial y de un escaño que volverá a estar en juego en noviembre, se trata de una probadita de lo que puede estar por venir si los demócratas siguen dejando todo a la suerte o a la falsa noción de que si siempre han sido apoyados por un grupo de votantes, como los hispanos, ese apoyo será eterno.

Pero nada es eterno en política, y eso lo sabe muy bien todo aquel que aspira a un puesto público en cualquier parte del mundo. Es decir, más allá de ideologías, en una democracia es el votante el que pone todo en el lugar que le corresponde, incluso si se trata de enviar a un candidato —o a un partido— hacia el basurero de la historia.

Los demócratas también tienen que lidiar con las campañas de desinformación que se han convertido en la estrategia electoral favorita de los republicanos, haciendo honor al desinformador en jefe -el expresidente Donald Trump-, pues el panorama no pinta nada bien.

Esto es en parte porque los demócratas parecen seguir sin entender que las mentiras y la desinformación de los republicanos tienen un público que las apoya y las acepta como realidad. Si no, baste recordar la intentona de golpe de estado del 6 de enero de 2021 fundamentada en una mentira de que a Trump le “robaron”  la elección de 2020 y que, al sol de hoy, Trump mismo y sus secuaces siguen repitiendo con fines electorales.

Los demócratas no pueden seguir pensando que el pueblo estadounidense se indignará por lo ocurrido el 6 de enero, pues un amplio sector de la sociedad lo justifica. Es una desafortunada y triste realidad con la que tiene que lidiar de hoy en adelante la historia de Estados Unidos, país que está dejando escapar de ese modo el liderazgo internacional como “modelo” de sociedad.

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