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LAS APARIENCIAS YA NO ENGAÑAN… YA NI SE USAN

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Allá cuando los de mi generación éramos niños, que a mí me parece que fue ayer, aunque el calendario y mis hijos digan que fue hace muchos años, (‘stan locos!), en aquellos años en el pueblo, digo, no había muchos ejemplos al alcance, como para que uno dijera: “cuando sea grande yo quiero ser como ese señor”. Los personajes que más admiraba yo eran los maestros y los padrecitos… porque se veían bien inteligentes, y yo creía que ellos sabían todo, absolutamente todo lo que había por saber. ¿El doctor?… pues también, pero no me convencía mucho porque todos sus pacientes, tarde que temprano, terminaban muriéndose.

Convencido de que era tarea muy difícil llegar a sabio, quise empezar por parecer inteligente y un buen día me rasuré unas “entradas” en la frente, porque había la creencia que el que tenía amplia frente, o tenía entradas por donde la frente entraba al pelo por los lados, era una persona inteligente; de hecho para decirle a uno que era sonso le decían que no tenía ni dos dedos de frente.

No sirvió mi invento. Lo único que logré fue una mediana regañada en la casa y la burla de los amigos, que duró todo el tiempo que tardó en crecerme el cabello rasurado, que se veía cómico y era molesto.

Años después empecé a notar que usar lentes era una señal casi inequívoca de inteligencia, por lo que yo anhelaba secretamente llegar a usar lentes y, aunque no recuerdo haber hecho nada especial, un buen día tuve que usarlos y pensé que con eso ya parecería inteligente. Pero poco me duró el gusto porque, a más de incómodos, tenía que usarlos constantemente y no podía cambiar de Clark Kent con lentes a Supermán sin lentes, y luego un amigo, que tenía las mismas pretensiones que yo, me contó que un oculista le había dicho que los lentes no hacían milagros, que si el individuo era inteligente lo hacían ver más inteligente, pero que si el individuo era atolondrodado lo hacían ver todavía más atarantado, y empecé a fijarme bien, ¡y era muy cierto! porque había gente con lentes que estaban muy, pero muy lejos de parecer inteligentes, y ya no estuve muy seguro de mi segundo intento de parecer inteligente. Para colmo de males ya no volví a andar sin lentes.

Después noté que la gente inteligente leía mucho y me metí a leer a lo menso… pero pronto descubrí que leyendo a lo menso no se vuelve uno inteligente.

Con el pasar de los años y atareado en vivir, se me olvidó mi preocupación de parecer inteligente, pero un día vi que la gente frente a las computadoras se veía inteligente y volví a las andadas. Sería mi último intento. Y aprendí a medio manejarlas. ¿Te acuerdas del amigo que me dijo lo que me dijo de los lentes? ¿Con qué vas que me salió? ¡Con lo mismo! Que las computadoras son como los lentes, que al listo le sirven para hacerlo más listo y al mensarato nomás le sirven para perder el tiempo en chismes y jueguitos y lo atarantan más.

Por otro lado, con la experiencia de los años he aprendido que la gente ya no le da mucha importancia a la apariencia. Ya no se usa aquello de “salvar la apariencias”, Ya los lobos ni siquiera se toman la molestia de ponerse bien la piel de oveja, nomás se la avientan al lomo… a veces como bufanda… todos sabemos que la mayoría de la gente aparenta lo que no es.

Lo más triste y peligroso es que al ver los gobernantes del mundo, a leguas se puede ver que no tienen ni la apariencia ni la capacidad para gobernar este mundo, mundo que desde hace años no va de bien en mejor, sino de mal en peor. Ve nomás las guerras, antes de hacían con apariencia de buenas, y hasta santas. (Ya sabemos que ninguna lo fue). ahora son negocios descarados… ni las apariencias guardan. Los gobernantes del mundo se han vuelto hombres de negocios. Casi siempre se ven alegres y contentos como si tuvieran el mundo bien gobernado.

 Nomás échale ojo a las fotos cuando se juntan por ahí… que el grupo de los siete, que los veinte, o cuatro… y dime sinceramente si por las apariencias ves en esos gobernantes algo de la grandeza que un día se veía en los grandes líderes idealistas… El que no parece playboy, parece menso…. y en cuanto abren la boca lo puedes comprobar… ¿Sería que los gobernantes y la gente toda de antes sabían guardar las apariencias?… ¿O había más autenticidad?… me faltó papel. Te lo dejo de tarea. Salud y Saludos

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