No es de extrañarse que las relaciones amorosas entre hombres casados y mujeres solteras abundan a través de la historia, aunque hoy en día la situación tenga diferente matiz.
No es de extrañarse que las relaciones amorosas entre hombres casados y mujeres solteras abundan a través de la historia, aunque hoy en día la situación tenga diferente matiz. ¿Pero qué es lo que busca un hombre casado en otra mujer que no sea su esposa? Aparte de lo sexual, le llama la atención la novedad, juventud y belleza. Porque el amor entre su esposa ha perdido la pasión de los primeros tiempos, ya los años pesan sobre su espalda y piensa que se le ha esfumado la vida casi sin disfrutarla. Siente la necesidad de reafirmar su virilidad seduciendo a una mujer joven, eso les levanta enormemente su ego. Las razones masculinas son muchas y han sido ampliamente estudiadas por los psicólogos.
Sin embargo, lo que debemos preguntarnos nosotras es: ¿por qué una mujer soltera se involucra sentimentalmente con un hombre casado? Y por si fuera poco, se atreve a tener un hijo de esa persona, que no le ofrece el apoyo físico, moral y emocional necesario en una relación de pareja. Los investigadores afirman que en muchos casos, estas mujeres buscan en ese hombre la imagen paterna que les hizo falta durante la infancia, o simplemente, que reproducen patrones de conducta que vieron en su familia cercana. Todo esto puede lucir razonable hasta cierto punto, y adaptarse a circunstancias normales del pasado, pero ¿por qué hoy, con todas las posibilidades de control de la natalidad, ellas aceptan traer al mundo un hijo sin padre? Son muchas las mujeres que han experimentado en carne propia esta situación. A continuación le brindamos las experiencias, razones y sentimientos de una madre soltera de hoy.
Los hombres me temen porque no soy sumisa.
Marcela: “No entiendo por qué existen todavía tantos prejuicios con las mujeres. Yo soy soltera, nunca me he casado porque no he encontrado un hombre que pueda llenar mi vida totalmente. Por naturaleza soy independiente, autosuficiente y muy dueña de mis actos, y ésas no son precisamente las virtudes que más buscan los hombres en una mujer. Por el contrario, en la esposa quieren sumisión, ternura, debilidad, y quizá hasta un poco de ignorancia. No es su culpa, ellos son producto de una sociedad que los ha formado con esos patrones, pero yo pertenezco a otro tipo de personas”.
“Pero existen algunos que te aseguran que sí, que son capaces de verte de igual a igual, sin sentirse reducidos en su masculinidad, pero a la hora de la verdad, no saben cómo actuar y sus buenos deseos se pierden” Antes era lógico que la mujer viviera en otras condiciones debido a que no poseía independencia económica, ni posibilidad de surgir en un mundo hecho a la medida de los hombres, pero todo eso ya ha ido pasando y para las mujeres se ha abierto un nuevo mundo de posibilidades.
“Creo en el matrimonio como base de la sociedad, pero bajo premisas muy diferentes a las tradicionales. Y como además de mi desarrollo profesional deseaba ser madre, busqué un hombre a mi gusto para tener un hijo de él”, dice Marcela. “El hombre que elegí como padre de mi hijo fue Francisco, el director ejecutivo de una renombrada firma publicitaria.
Físicamente es fuerte, masculino sin exceso, con unas facciones que me gustan. Además, su trato es amable, dulce, gentil, y sus sentimientos son maravillosos. Firme para sus decisiones, es noble y sabe reconocer cuando se ha equivocado, que ya eso es bastante mérito en un hombre. Así que cuando comenzó a enamorarme, me entregué en sus brazos y sin importarme que fuera un hombre casado.
“Lógicamente, además del disfrute que me brindaba su compañía, mi principal interés consistía en ser madre y así fue. Dos meses después ya estaba embarazada”. “Hoy tengo un niño de 3 años y me considero feliz y realizada. Francisco no comprende claramente mi actitud. Ya no nos vemos con tanta regularidad, aunque siempre está pendiente del niño, a pesar de que jamás le he pedido nada”. Creo que al igual que yo, muchas mujeres en la actualidad son madres solteras con plena conciencia, y sin arrastrar los complejos que antes atormentaban a la mujer que se atrevía a tener un hijo sin estar casada.
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