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Cuba Libre

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Por: Dr. Humberto Caspa

 Aunque la Guerra Fría terminó oficialmente y simbólicamente con la destrucción del Muro de Berlín, esta semana el Presidente le puso punto final a esa guerra irracional, firmando un acuerdo que reinicia las relaciones diplomáticas con el gobierno de Cuba.

La decisión de Obama obviamente decepciona a una gran cantidad de descendientes cubanos que siempre han preferido la transformación democrática del régimen autoritario de los Castro antes de restaurar relaciones diplomáticas con Estados Unidos.

  El senador demócrata Bob Menéndez de New Jersey, jefe del Comité de Relaciones Internacionales del Senado habla, por sí solo, del sentimiento de un sector de cubanos-americanos que no están de acuerdo con la decisión de la Casa Blanca.  “La acción del presidente Obama reivindica la conducta brutal del gobierno de Cuba”, manifestó recientemente.

  Asimismo, Marco Rubio, senador de Florida, también se refirió a la acción ejecutiva como “otro de los intentos magros del presidente Obama de pacificar a regímenes beligerantes”.

   Sin embargo, una gran cantidad de cubanos-americanos, particularmente generaciones jóvenes, no miran con malos ojos el reinicio de las relaciones internacionales entre los dos países.  Por el contrario, se piensa que con la apertura política y luego con la eventual normalización económica entre los dos países –aunque es necesaria una decisión del Congreso para que se levante el embargo contra Cuba—, el régimen autoritario y cuasi-socialista de Cuba tendrá el mismo epílogo de la ex Unión Soviética.

  Una encuesta realizada en junio por la Universidad Internacional de Florida encontró que 68% de los cubanos-americanos favorecen la normalización de las relaciones diplomáticas, a un 69% le gustaría que se levante las restricciones de viajes y 52% que se ponga fin al embargo económico.

  Asimismo, las encuestas realizadas desde 1999 hasta hoy por la empresa Gallup demuestran que la mayoría de los ciudadanos norteamericanos también ha estado a favor del reinicio de las relaciones internacionales.

   A un principio existía un apoyo de 51%, pero las últimas encuestas recientes demuestran que el apoyo subió a más del 70%.  Hoy, una mayoría de estadounidenses también está de acuerdo con el fin del embargo económico que afecta a Cuba desde la llegada de Fidel Castro al gobierno.

   Lo cierto es que la política dura contra la Isla no hizo más que ahondar el apoyo de su gente hacia el gobierno de Castro y, consecuentemente, recrudecer su sistema socialista.  Como decía un colega cubano y amigo mío durante un debate en la cadena de Televisa en la Ciudad de México: “…a Cuba no la van a cambiar con la mano dura.  Cuba cambiará solo por la voluntad de su gente”.

  Así, la mano dura de más 50 años posibilitó, paradójicamente, la sobrevivencia del régimen castrista.  Los cambios democráticos no los vamos a hacer desde Estados Unidos o desde cualquier país del mundo, sino es una tarea de los propios cubanos de la Isla.

    Empero, es necesario entregarles y demostrarles que las libertades económicas posibilitan libertades políticas.  Como dijo el senador demócrata Dick Durbin de Illinois: “Una vez que abramos las puertas del comercio, el intercambio de ideas [de la libertad] crearán una fuerza positiva para el cambio en Cuba, mucho más de lo que 50 años de la actual política de exclusión alcanzó”.

  Cuba se transformará de adentro hacia afuera y no al revés.

Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com

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