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EL AMOR: EL FACTOR PRINCIPAL A LA HORA DE EDUCAR A LOS HIJOS

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Los hijos, es lo más importante que hay. Por eso, el amor y la comprensión que les brindes es un gran tesoro en su futuro

                                                                                                                                                                    

Decir TE AMO a los niños tiene un alto impacto emocional sobre ellos… Y aunque son sólo dos palabras, hay padres y madres a los que les cuesta enormemente pronunciarlas. Todos, sin excepción, necesitamos sentirnos amados para vivir emocionalmente estables, lo que influye sobremanera en casi todos los aspectos de nuestra vida. Y como padres, tenemos la responsabilidad de dar amor a nuestros hijos, tanto o más incluso, que educarlos.

Cuando educamos con amor, grandes son las cosas que se pueden obtener, y entre ellas está que se desarrollan como personas estables y comprensivas en diferentes ámbitos de su vida.

Lastimosamente las nuevas generaciones están muy escasos de esto, por eso no es difícil entender por qué muchos jóvenes se meten en tanto problemas y destruyen sus vidas con adicciones, malos hábitos y comportamientos negativos.

Ser padres no es tarea fácil, requiere un esfuerzo de todos los días. Pero sabe, ¡vale la pena!

Dar Amor, la mejor manera de educar

Educadores y psicólogos están convencidos de que la mejor manera de aportarles una buena educación a los hijos es tomando en cuenta sus sentimientos y opiniones; esto, además de crear confianza entre ambos, genera en ellos el sentimiento de que son amados por sus padres.

Sin embargo, lo que complementa la educación con amor es que los padres sean coherentes con lo que dicen y lo que hacen, los niños aprenden con el ejemplo. Un buen ejemplo garantiza la formación de una buena conducta y posteriormente buenos hábitos; por ejemplo, si no quiero que mi hijo diga mentiras o que sea grosero, no basta con decirle que no lo haga, necesita ver que sus padres no lo hacen.

¿Premios o castigos?…  Los premios y los castigos no siempre son la mejor solución, ya que le enseñan al niño un amor condicionado; lo importante es que ellos se sientan amados por quiénes son y no por sus acciones, porque tarde o temprano sabrán cómo revertir este condicionamiento hacia los padres para obtener lo que quieren.

En vez de premios como regalos, hay que reconocerles con palabras, por su buen trabajo con el fin de motivarlos a que sigan así.

 Hay que tener en cuenta que los castigos físicos dejan cicatrices emocionales que indiscutiblemente traerán repercusiones que pueden durar para toda la vida. La violencia física y/o psicológica utilizada como castigo jamás ofrecerá seguridad al niño ni una alta autoestima, por eso hay que evitarlos. La educación no violenta, donde se transmita amor, comprensión, respeto es la que el niño necesita para crecer con confianza y seguridad en sí mismo.

OTRA IMPORTANTE CLAVE

Para lograr que tu hijo obedezca es importante la paciencia. Debes de mostrarte firme con tus decisiones y no ceder ante los berrinches de tus hijos, pero ser paciente. Ya que si ellos encontraran la forma de conseguir lo que quieren, lo que tú les digas quedará ‘en nada’ y lo que es peor, perderá autoridad tu palabra.

Pero ten cuidado, porque ser firme y tener autoridad no es lo mismo que ser autoritario, pedirles a los hijos que sigan las reglas sin dejarlos expresar su opinión es lo que se llama autoritarismo. Se puede ser firme sin ser autoritario. Siempre el diálogo ofrecerá a padres e hijos más posibilidades para que ambos estén de acuerdo y un mayor acercamiento entre los dos.

La educación con amor no es descalificar o pasar por alto lo que tú digas o hagas respecto a su conducta, solo porque a ellos no les gusta… ¡No!, es buscar lo mejor para nuestros hijos, pero no solo en el hoy y que se molesten por algo, sino pensando en su futuro, para que cuando sean jóvenes y/o adultos puedan vivir plenos, libres y sobre todo con valores, siguiendo las reglas de la familia, de la sociedad.

El amor es un sentimiento que todo ser humano necesita dar y recibir. Pero para eso, hay que aprenderlo desde pequeños. 

Sea un buen maestro para su hijo; se lo agradecerá toda su vida!

 

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