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LA VERDADERA HERMOSURA

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Cuenta una antigua leyenda hindú, que en cierta ocasión un joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se veía ni una mancha, ni rasguños. Sí, coincidieron todos que era más hermoso jamás visto.

Ante esto, el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de toda la vasta región.

De pronto un anciano se acercó y le dijo: No seas tan vanidoso, pues el mío es más hermoso.

Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había huecos donde faltaban trozos y otros que habían sido reemplazados no encajaban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes irregulares en su derredor.

La gente se preguntaba.- ¿Cómo puede él decir que su corazón es el más hermoso?

El joven al contemplar el corazón del anciano se echó a reír. “Debes estar bromeando” dijo. No hay comparación entre el tuyo el mío… El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor”.

“Es cierto,” dijo el anciano, “tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo”…

Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos.

Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes, y me alegro de ellos, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido”.

Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos.

Dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día, quizás, regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón.

¿Ahora comprendes lo que es verdaderamente hermoso?

El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas.

Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven.

La pieza no amoldó a la perfección. Claramente se notaban los bordes.

El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior…

 

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