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LAS GUERRAS CONSTANTES ENTRE MADRE E HIJA… ¿POR QUÉ? 

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Hasta en las mejores familias hay desacuerdos y fricciones con los hijos y éstas suelen darse con más frecuencia en la adolescencia. Pero lo importante es conocer las herramientas para salir avante ante cualquier disputa con los hijos

Son pocas las relaciones verdaderamente importantes y una de ellas es la relación entre madre e hija. Cada caso es complejo y único entre madre e hija, ya que hay quienes son las mejores amigas, pero hay otras que no dejan de pelear.

Por lo general, son las madres las que se encargan de la educación y crianza de los hijos y por eso se supone deberían tener una buena relación; no obstante en ocasiones no es así, particularmente con las hijas y en la adolescencia es con ellas, con las que hay más riñas. Al respecto, muchas madres se cuestionan… ¿Por qué ocurre esto?

Resentimiento que se convierte en Odio

El odio a la madre ocupa una buena parte del ciber-espacio y para muchas madres es muy doloroso e incomprensible saber esto. Pero, como todo, siempre existe un porqué, y aunque no es justificable, en esos casos la comunicación y acercamiento es vital para solventar esta cuestión donde sentimientos y acciones son negativos. A continuación un ejemplo de ello, encontrado en un foro de adolescentes:  

“La odio. No saben cuánto la odio, siempre me arruina la vida, hoy tengo una fiesta, va a ser la mejor fiesta del mundo y no me quiere dejar ir. De verdad, no la soporto y ni la quiero ver, me arruina todo. Soy joven y me porto bien, tengo buenas notas, no miento, nunca he hecho nada raro ni he llegado borracha a mi casa. Me parece injusto que no me deje ir…”.

Hasta la pubertad los hijos tienen los mismos valores que los padres, pero luego necesitan romper, confrontar, produciendo la sorpresa de los padres con un cambio tan abrupto. Aquí aparece la desidealización, tanto más fuerte cuando más idealizada haya sido la madre durante la niñez.” Así lo dice Graciela Moreschi, médica psiquiatra y autora del libro: Adolescentes eternos.

Gisela tiene 18 años y es estudiante. Vive con sus padres y con un hermano de 16 años y pelea a diario con su mamá: “El problema es que mi mamá quiere lograr conmigo lo que ella quería cuando tenía mi edad y yo no voy a hacer. Ella anda por los 50 y hay un quiebre de generaciones.

Lo peor, dice Gisela, es que “yo no la puedo admirar en lo que logró en su vida. Yo quiero lograr mucho más que ella, quiero ir más lejos”.

La especialista dice que esta es una situación bastante frecuente en esta época: “Muchas madres dan a sus hijas un doble mandato. Por un lado, ‘No seas como yo, sé como mis sueños’… Pero al mismo tiempo, le dicen: ‘Si no repites mi historia, ni mis errores y si te liberas, serás una traidora’.

Son madres que impulsan a sus hijas a ser más que ellas, pero están lejos de poder tolerar emocionalmente la angustia de que su hija sea realmente diferente y viva en un mundo alejado del que ella conoce.

¿Por qué la niña abandona a la madre como objeto de amor en su infancia? Según Moreschi en este conflicto entre una mujer joven y una adulta (madre e hija), suele haber un tercer personaje, el padre, que juega un papel importante, como referente de la disputa, viendo cuál de ellas se inclina.

“El problema es cuando el padre usa a la hija (o al hijo) para procesar desentendimientos con la madre que no se animaron a confrontar. Aprovechan entonces esta competencia para ponerse del lado de la hija, a veces con frases sutiles como: ‘Hija, ya sabes cómo es tu mamá’. Si bien esto parece un comentario conciliador, está sugiriendo que la madre está fuera de lugar” explica la especialista.

Si, en cambio, el padre apoyara incondicionalmente a la madre, aún a riesgo de ser injusto, la hija sentiría resentimiento, pero pondría su objetivo afuera.

Lugares definidos

Otro motivo frecuente de disputas entre madres e hijas es la falta de lugares claros. Así lo explica la terapeuta y psicóloga Nora Chimirri. “Lo veo cada vez más seguido en el consultorio. “Las mujeres adultas tenemos la presión de ser jóvenes o parecerlo, a como dé lugar, y esto está llegando al punto de que vemos a una hija adolescente con su mamá y parecen hermanas. Esto genera una situación extraña y confunde mucho a la hija, que ve desdibujada la diferencia generacional.” ¿Qué hacer entonces?

“Es fundamental dar a las chicas el lugar que les corresponde, sobre todo en la adolescencia: saber que ellas son más lindas, más inteligentes y por supuesto, más jóvenes. Aceptar el paso del tiempo implica sabiduría y esto les permite a las hijas salir de la rivalidad (mi mamá no es igual que yo).”

Poner los roles en el lugar que corresponde permite también poner límites en una edad donde tanto se necesita. “Ya sabemos que tu hija nunca te va a decir: ‘¡Ay, qué suerte que me pusiste límites!’ Pero los padres debemos soportar pacientemente el enojo de los hijos. Cuando se trata de roles claros y no de autoritarismo -remarca Chimirri-, aunque haya desacuerdo, entre ambas, se genera una confianza y una buena comunicación.”

 

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