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Serenata de Amor

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Canilandia, un lugar lleno de romanticismo donde de día cada grupo de música se dedicaba a alegrar lugares de reunión y fiestas callejearas con sus bellas y románticas canciones, pero que de noche los perritos enamorados iban hasta el balcón de su amada para dedicarles bellas canciones de amor. 

Entre los tantos guitarristas románticos Bob era, tal vez, el más famoso del pueblo. Sus canciones eran una maravilla de finura y belleza. Con razón más de una perrita del lugar estaba perdidamente enamorada de él.

Por la noche, Bob, junto con sus compañeros, iba a rondar alguna perrita. Cantaba bajo su balcón hasta lograr que la destinataria de sus canciones se asomase y sonriese encantada.

Una tarde de verano llegó Tania, la perrita más bella que Bob había visto jamás.  Muchos fueron los perritos que quedaron prendados de ella, y todas las noches se disputaban un lugar bajo su balcón, cantando una canción tras otra con el único fin de que Tania se fijara en ellos. Pero ella nunca se asomaba.

Por su parte Bob, silencioso y enamorado, acudió en solitario a rondar a la hermosa perrita. Brotó de su guitarra una canción tan dulce y romántica que hizo que al cabo de unos minutos, la bella Tania se asomara al balcón. En su rostro se leía amor y ternura hacia Bob, quien, desde ese momento, se sintió el perrito más afortunado de la tierra.

Desde entonces Bob le lleva serenata hasta su balcón sintiéndose dichoso y profundamente enamorado como nunca antes. ¡¡Ay, el amor!!

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