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¿CÓMO HABLAR DE LA MUERTE CON LOS NIÑOS?

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Cuando fallece un  ser querido, es bastante difícil saber cómo ayudar a los niños a enfrentar la pérdida; pero tarde o temprano, los niños se acercan a la realidad de la muerte y especialmente porque usted estará atravesando su propio duelo

La muerte es un hecho ineludible de la vida. Todos, aunque no querramos, vamos a tener que enfrentarnos a ella. Por ello, es necesario, disponer de recursos que nos ayuden a afrontar esta realidad de la mejor forma posible. Además, si de por sí es complicado ponerle palabras a este suceso, más aún si se trata de comunicárselo a nuestros hijos.  ¿Cómo hablar de algo que no conocemos? ¿Cómo hablar de la muerte con los niños? ¿Qué es morirse? No hace falta que seamos niños para que nos hagamos estas preguntas una y otra vez. Y si la duda persiste para los mayores, ¡imagínate para los más pequeños de la casa! Es difícil explicar lo inexplicable. Pero eso, no quita importancia al tema. Alrededor de los cuatro años de edad, muchos niños se harán y harán a tus padres esas preguntas.

Las preguntas de los niños sobre la muerte

Y ¿qué hacemos? La muerte es un tema delicado y hay que elegir bien las palabras para no causar un efecto negativo en los niños. ¿Qué tienen que saber los niños respecto a la muerte? Más allá de las creencias religiosas que cada familia desee transmitir, hay verdades, compartidas por todos, que no pueden dejar de decirse. Por ejemplo:

¿Qué es morir?

Morir es terminar de vivir. Las explicaciones como “se ha ido”, “está en el cielo “, “lo perdimos” o “desapareció”, no son tranquilizantes si no se les explica claramente que de lo que se trata es del final de una vida.

¿Tú te vas a morir? ¿Y yo? ¿Cuándo?

No debemos engañarles diciendo “cuando seamos viejecitos”. Sabemos que lamentablemente no es siempre así: mueren bebés, niños, jóvenes, adultos y viejos.

Morimos cuando se nos acaba la vida. Todo lo que nace, muere.

Hasta aproximadamente los seis años de edad, los niños no se angustiarán con el tema de la muerte. Hablarán con naturalidad y, después de obtener la respuesta que buscaban, continuarán con su almuerzo, su juego o su película. Nos angustiamos los adultos.

Como notamos en los ejemplos citados, los niños necesitan saber que el cuerpo sin vida queda en el cementerio, donde están las tumbas y en un lugar está escrito el nombre, apellido, fecha de nacimiento y de fallecimiento “de la persona que murió”. Allí se puede ir a recordarlos. Una inquietud recurrente en los niños y en todo ser humano.

¿Qué queda de los muertos?

Algunos hablarán del alma y es importante que cuidemos las expresiones a fin de que el niño no busque algo intangible como el alma en un lugar físico y concreto, temiendo su aparición.

Otra manera de responder podría ser: “quedan las fotos, los recuerdos, todo lo que nosotros y aquellos que le conocieron contamos de él, quedan las imágenes que tenemos de los momentos compartidos junto a él y queda la marca que dejó en nuestras vidas”.

Antes de terminar es importante señalar que cuando los niños no hacen preguntas acerca de la muerte de un ser querido, no significa que no las tengan. Ellos perciben que formularlas abiertamente provocaría angustia e incomodidad en los adultos. Si de esto no se habla, es posible que aparezcan síntomas (físicos y psíquicos) de distinta gravedad. La verdad puede ser triste, pero ignorarla, puede ser incluso peor.

Como padres siempre pueden proteger a los hijos para apartarlos de las situaciones que implican tristeza y pérdida. Pero al enseñarles a enfrentar este tipo de sentimientos, se desarrollan en ellos recursos emocionales que les podrán ayudar toda su vida.

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