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‘EL AMO DE CASA’: ¿ES AYUDA O CONFLICTO?

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Cuando una mujer que trabaja pierde su empleo y se queda en casa para atender a familia es visto como normal; pero cuando es el hombre quien lo pierde, es ahí que empiezan los problemas!

Durante siglos, el hombre era el proveedor, el que con el sudor de su frente y su trabajo traía el sustento al hogar. Mientras, la mujer, se encargaba de los hijos. Pero con tanto problemas de desempleo especialmente después de la pandemia todo cambió. Ahora las mujeres son las que proveen e incluso cuando el hombre no lo puede hacer, pero esto, según estudios, trae una transformación interna e incluso rupturas. 

¿AYUDA O CONFLICTO?

 Uno de los primeros enredos que surgen al tener a la pareja en casa especialmente cuando se trata del esposo, es el de la organización cotidiana, que lejos de ayudar por contar con una persona más que puede colaborar, en los quehaceres del hogar, muchas veces se convierte en algo frustrante.

En ocasiones, la pareja desempleada toma decisiones sin consultarlo con su compañero, como por ejemplo:  “Le prohibí a los niños que usen el teléfono cuando yo estoy en casa, porque estoy trabajando”.  “Decidí que ya no necesitamos ayuda en el jardín porque lo haremos nosotros mismos el fin de semana”, o “Cancelé el servicio de entrega del agua porque me pareció muy costoso”. Estos pueden ser los elementos suficientes para provocar conflictos importantes: 

¿QUÉ ES UN AMO DE CASA?

Persona que se ocupa del cuidado, administración y buen funcionamiento de todos los aspectos domésticos y familiares de su casa, en especial cuando esta constituye su única ocupación y no trabaja fuera del hogar.

Y es así como, lo que comienza con un fuerte apoyo entusiasta, se va convirtiendo en un “¿no crees que ya deberías haber encontrado algo?”, o “se nos están acabando los ahorros”. Por otro lado, los hijos preguntan: “Papá, ¿cuándo se van a terminar tus vacaciones?, ¿Estás en problemas?”. O simplemente comentan que no saben qué decir cuando en el colegio les preguntan “¿qué hace tu papá?”.

Algo difícil de contestar porque no pueden simplemente decir “es amo de casa”; es que aún, a pesar de los tiempos, los estereotipos  pesan mucho y la sociedad no ayuda para comprender estas nuevas realidades.

La sociedad aún no está lista para aceptar a un padre que se dedica a llevar a los niños a la escuela, a limpiar la casa y a cocinar; basta escuchar el típico comentario “mira, qué mandilón”. Después de un rato, la mujer cuestiona la capacidad de su pareja y su compromiso con su desarrollo personal.

No se diga si la mujer absorbe todos los gas-tos de la casa, porque entonces comienzan el desencanto y la desesperanza.

Después de un tiempo, la autoestima personal y la desvalorización de los éxitos pasados hacen que esa pareja masculina se sienta deprimida y sin esperanzas, llevando este ánimo al resto de la familia. En estos casos, los hombres se sienten descalificados frente a su familia y a la sociedad. Las relaciones de pareja quedan afectadas por conflictos del ingreso y por los emocionales, viviendo con frecuencia rompimientos serios.

Por lo general las mujeres somos capaces de trabajar en lo que sea mientras que los hombres se encuentran con limitantes para simplemente aceptar lo que se les ofrece, aunque sea temporal.

Los hombres tienen más dificultad para aceptar cualquier empleo pues se valoran por el espacio profesional y sus ingresos.

El desempleo es un fuerte reto, para quien lo vive y para quien lo comparte. Los hijos necesitan entender y aceptar la realidad y ayudar anímicamente durante el proceso de reencontrar un camino. La pareja es fundamental para la reconstrucción de la autoestima y el empleo, pues son sus juicios los que pesan sobre el otro. La equidad que tanto buscamos es indispensable para estos momentos, en donde el apoyo de hombre y mujer, más allá de las expectativas sociales y estereotipos, necesita sobrevivir a las dificultades.

La pareja femenina y los hijos, quienes continúan con su rutina habitual, necesitarán comprender y contener emocionalmente al hombre, que además de enfrentar su propia crisis personal lleva a cuestas la expectativa social de ser hombre y de cumplir con lo que la familia necesita económicamente. Al mismo tiempo la familia exige que la vida siga adelante, y que las responsabilidades se enfrenten de la mejor manera.

El equilibrio entre estos dos puntos –el apoyo y el impulso– se vuelven indispensables, porque es necesario aceptar la crisis y dar el apoyo emocional y la aceptación, sin dejar nunca de esperar lo mejor del otro, impulsándole para que salga adelante!

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