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El Lobo y la Cigüeña

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En las oscuras cuevas de las montañas vivía un lobo conocido y temido por su crueldad. Cuando tenía hambre no había animal pequeño o grande que pudiera resistirse a sus filosos colmillos.

 En las oscuras cuevas de las montañas vivía un lobo conocido y temido por su crueldad. Cuando tenía hambre no había animal pequeño o grande que pudiera resistirse a sus filosos colmillos.

 Cierto día, tras darse uno de sus acostumbrados banquetes, le sucedió algo muy desagradable: un huesito puntiagudo se le clavó en la garganta. Le hacía sufrir mucho y además le impedía comer.

  Decidió ir a consultar a una cigüeña que tenía fama de curar casi todas las enfermedades.

– Cigüeña, yo sé que eres el mejor médico del bosque. Sé que sólo tú puedes ayudarme.

 Asombrada de ver al “terror del bosque” tan abatido, le preguntó:

– Dime Lobo, ¿qué puedo hacer por ti?

– Se me clavó un huesito mientras comía   -murmuró el lobo-. Si logras sacarlo, te recompensaré.

  Halagada por haber sido elegida por un enfermo tan ilustre, ordenó al lobo que se echara en el suelo y abriera grande la boca. Gracias a su largo cuello y a su pico tan largo y puntiagudo, pudo penetrar hasta el fondo de la garganta de éste y retirar al intruso.

 Casi al instante, el lobo sintió un gran alivio: la causa de sus males había desaparecido.

– ¡Bravo, querida Cigüeña! ¡Estaba seguro que estarías a la altura de tu fama!

 Orgullosa por los elogios, ésta respondió:

– Estoy muy contenta de haberte curado, pero ahora quiero mi recompensa.

– ¿Cómo? -gritó el lobo furioso-. ¿Me pides una recompensa?…

¡Haber curado al más ilustre del bosque! ¡Esa es tu recompensa!

 La mirada del lobo se hacía cada vez más amenazante y la cigüeña, comprendiendo que había sido engañada, se alejo del allí rápidamente. 

Moraleja:  

Si sorpresas no te quieres llevar ante el peligro con cautela debes actuar! 

 

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