A unos 130 kilómetros al sur de San Luis (en Missouri; Estados Unidos), el barco de Brian Ragsdale, la draga Potter, ha sido desplegado por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos para excavar un canal en el lecho del río Misisipi.
Ragsdale y su tripulación de 17 personas están aquí porque el que fuera poderoso río Misisipi está en crisis: en los últimos años, graves sequías de meses de duración han asolado una vasta franja del Medio Oeste y el Sur estadounidenses, dejando regularmente el río en mínimos históricos.
En los dos últimos años, la sequía ha hecho que Ragsdale y su tripulación se encuentren trabajando, comiendo y durmiendo a bordo de un buque de 92 años con una tarea digna de Sísifo: dragar millones de kilos de sedimentos para mantener navegable el Mississippi.
El río Misisipi es la superautopista de Estados Unidos. El 92% de todas las exportaciones agrícolas de Estados Unidos y el 78% de las exportaciones mundiales de cereales forrajeros se transportan por el río. Desde el maíz que se envía a todo el mundo hasta el café, casi 500 millones de toneladas de mercancías suben y bajan por el río cada año.
Pero hoy en día, la creciente frecuencia de las sequías obliga a las barcazas a transportar menos mercancías. Y el cambio climático está influyendo: la Quinta Evaluación Nacional del Clima, destacaba que la sequía podría afectar negativamente al Misisipi con “implicaciones regionales y nacionales”.
Sólo un descenso de 30 centímetros en el nivel del agua basta para recortar 100 000 fanegas de soja de un remolque típico de 15 barcazas. Esto equivale a 2738 toneladas métricas, suficientes para desbordar una piscina olímpica.
Un río Mississippi bajo no sólo es una mala noticia para los estadounidenses, sino también para países tan lejanos como China, Japón e Indonesia, donde el grano y la soja del Medio Oeste son fuentes esenciales de alimentos.
“Todo se reduce a quién va a alimentar al mundo”, afirma Paul Rohde, del Waterways Council, un grupo de defensa de las vías navegables interiores. En 2022, el bajo nivel de los ríos provocó unas pérdidas comerciales estimadas en 20 000 millones de dólares.
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