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¿Conocen ustedes cuál es la Vacuna Anti-divorcio?

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Un buen matrimonio debería ser como la buena música; pasionado, armonioso y que perdure. Lo malo es que casi el 60 % de los matrimonios de hoy terminan en divorcio

Por: Martha Lizola

    ¿Recuerda la ilusión que ambos tenían hace un tiempo cuando preparaban su boda? ¿Recuerda cómo latía su corazón cuando supo por primera vez que su pareja lo amaba? ¿Era una ilusión? ¿Estábamos enamorados? ¿Qué pasó con esos sentimientos?

  Resulta que con el tiempo han surgido pequeños problemas y parece que la felicidad ya no es la misma, que su unión no está tan fuerte. El matrimonio siempre implica retos: si ambos no se preocupan por cuidar, respetar y mantener optimista al amor que los ha unido, se puede caer en una rutina que mata el vínculo que acaban de hacer, y consecuentemente los lleve a una crisis.  ¿Qué puede provocar una crisis en un matrimonio?

  Expectativas exageradas: Esperamos demasiado del otro y nos creamos falsas expectativas sobre lo que es o lo que hace, pidiendo cosas complicadas que bastarían para hacer huir a cualquiera con tantas exigencias.

  Falta de Comunicación: A veces se detiene el diálogo por miedo a herir o a ser heridos. Antes o después, todos los esposos(as) se preguntan: ‘No sé si me querría igual si tuviera el valor de decirle abiertamente lo que pienso o siento dentro’.

  Deseo de cambiar al otro: La mayor parte de los matrimonios empiezan a hacerlo casi al momento de casarse y se empeñan en cambiar a su pareja. Y se discute por culpa de las mismas características o cualidades que nos había enamorado.

  Cuando faltan las pequeñas muestras de amor: Descuidar las pequeñas atenciones cotidianas una vez casados, cosas que durante el noviazgo eran detalles, palabras dulces, muestras concretas de afecto, mimos, caricias, etc.

  Cuando no se tiene tiempo para estar juntos: Se entra en crisis porque no tienen tiempo para estar juntos, para mirarse a la cara, para hablarse, para salir juntos. Nada podrá sustituir nunca el tiempo de estar juntos. Ni el dinero, ni los nuevos electrodomésticos, ni las joyas, ni las pieles, ni una casa más bonita, ni una cuenta bancaria más abultada, etc.
 

Pretensiones: Pretender que si uno ama de verdad, tendría que saber lo que el otro necesita. Es lo que llamamos ‘pretensiones de telepatía’. Por lo que quizá sea más útil declarar nuestros deseos de manera abierta y exacta. Quien te ama tiene derecho a que le informes exactamente lo que deseas. Es un error pensar que pedir disculpas lo borra todo. Porque las disculpas son palabras. Mientras que son más importantes las acciones correctivas.

  El Dinero: Como el pago para la casa, el presupuesto para la comida, diversiones y gastos que agobian y las finanzas, lamentablemente representan hoy en día un porcentaje importante por el cual muchos matrimonios terminan. 

  Sentimos que el virus del divorcio está cerca, la sensación que el amor va y viene, con días en que uno siente que ama a su pareja, y otros días en que uno no está seguro de ello. Tener dudas serias, y nos preguntamos si no valdrá la pena volver a empezar con otra persona, y entonces miramos alrededor y vemos gente feliz y sentimos poco a poco el deseo de otro compañero.

  Nos limitamos a existir uno junto al otro, aplastado cada uno por una enorme soledad que nos lleva a la idea de la incompatibilidad y de que no vale la pena hacer nada para superar esa crisis: ¡Somos incompatibles, y punto! Y cada cual empieza a ir por su cuenta, comunicando muy poco y nos vamos a nuestro rincón a cultivar nuestras aficiones, lecturas, juegos con amigos, etc. 

  Los problemas sexuales: el marido se lamenta de que su mujer es frígida; ésta replica que no se siente amada, al no despertar deseo en él, etc. (Es conveniente decir que la esperanza es lo último que se muere, incluso en las parejas). Aquí comienza la infidelidad, que hoy está tan de moda.
 

Aquí inicia la muerte del matrimonio, y el divorcio se convierte en la solución para todo. Y por ironías de la vida, casi siempre la nueva pareja tiene las mismas características que la antigua, de la que nos acabamos de separar y todo vuelve a empezar otra vez. Muchas veces las segundas nupcias funcionan, pero podemos asegurarles que es porque nos hemos puesto a trabajar en nosotros mismos y hemos puesto en el nuevo matrimonio la comprensión que debíamos haber puesto en el primero. 
 

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