Una iglesia hispana del barrio mexicano La Villita, en Chicago (Illinois), ofrece a expandilleros la posibilidad de borrar tatuajes y eliminar de sus cuerpos las huellas de un pasado que en muchos casos les dificulta el presente laboral y familiar.
“Es una forma de empezar de nuevo, de tener otra oportunidad en la vida”, declaró a Efe Víctor Rodríguez, pastor de la Iglesia Comunitaria La Villita, que funciona en una casona que perteneció a una logia masónica.
En la planta baja, hacían fila este miércoles por la noche una veintena de personas de todas las edades, en su mayoría hombres, a la espera de que el experto en tatuajes Adrián Torres haga su trabajo, esta vez para revertir las imágenes de diferente tamaño y complejidad, grabadas con tinta multicolor en la piel de los clientes.
“Por favor, sin fotografías que identifiquen a la gente”, fue el pedido del pastor, quien esta vez recibía a exintegrantes de los Latin Kings y la próxima semana hará lo mismo con miembros de los Two Six, la otra pandilla del barrio.
Es la tercera vez que la iglesia ofrece este servicio, y según Rodríguez es necesario separar a las pandillas para evitar las rivalidades que en muchos casos llegan a enfrentamientos graves por problemas de territorio.
“Nunca hemos tenido problemas, pero a veces hay muchachitos inmaduros que intentan colarse y eso puede ser un problema”, expresó.
El mexicano Manuel quería borrar de su cuello la inscripción “El morro”, un tatuaje que se hizo “cuando era muy jovencito” y del que siempre se arrepintió, dijo sin entrar en detalles.
Jorge Álvarez se quitó un tatuaje pandillero, “Los Reyes”, que, según explicó, significa el control “del mal sobre el bien”.
“Me lo hice a los 19 años, pero pasaron 15 años, hoy soy otra persona. Fui a la guerra con los Marines, mi vida cambió y conocí a Dios, que me renovó el alma”, agregó.
Otros clientes prefirieron mantenerse anónimos, aunque revelaron ser pandilleros reformados que ahora están interesados en trabajar y tener una familia.
AJ es mecánico y consiguió un trabajo en un taller, pero lo primero que le pidieron sus empleadores fue que tratara de eliminar la estrella de cinco puntas que tenía tatuada en el cuello, un distintivo de la pandilla Spanish Vice Lords a la que perteneció.
Una mujer dijo haber pertenecido a los Latin Kings durante 23 años, durante los cuales fue herida de bala en ocho ocasiones, pero ahora tiene dos hijos, de 16 y 11 años, y quiere dejar atrás el pasado.
Torres dijo que la mayoría de sus clientes tienen tatuajes en las manos, cara y cuello, y a veces muy profundos, “pero los quieren borrar, aunque sea un proceso doloroso, porque les da vergüenza”.
Para hacer su trabajo, usa una luz amplificada en una frecuencia particular con la que provoca la reacción de la tinta usada en el dibujo.
“La tinta, que es materia sólida, reacciona con la luz, se divide en partículas y es rechazada por el cuerpo. Si la tinta contiene agua, se evapora y es más fácil”, explica Torres, aunque el proceso es doloroso y puede ser necesario repetir las sesiones cada seis semanas.
Rodríguez, que emigró con su familia desde Durango (México) a los 8 años y estudió en el seminario de Mount Prospect, en Illinois, antes de convertirse en pastor, dijo que su iglesia trabaja con los jóvenes de La Villita “para sacarlos de la calle y apartarlos del peligro”.
Según cifras del Departamento de Policía de Chicago, el 85 % de los homicidios ocurridos durante el verano son consecuencia de enfrentamientos pandilleros.
Comparte
Siguenos en Redes Sociales
El Aviso Magazine El Aviso Magazine El Aviso Magazine