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La ballenita orgullosa

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 Érase una vez una ballenita muy bonita, que cautivaba a todos sus conocidos por la gracia de sus movimientos y el brillo de su pelaje.

  Nadie escatimaba un cumplido hacia ella, de tal modo que la ballenita creyó ser el animal más hermoso de la Creación.
 Se pasaba el día ante el espejo, arreglándose y limpiándose las barbas, sin hacer caso de invitaciones y galanteos de sus admiradores.

 Tanto llegó a crecer su soberbia, que se pasaba el día repitiéndose a sí misma: “Soy la ballenita más hermosa que puebla los mares. Nadie puede competir conmigo en belleza y elegancia”. “Soy la ballenita más hermosa que puebla los mares….-. Así una y otra vez.

   Por supuesto que no quería jugar ni charlar con nadie y cada vez, se creía superior a todos y ello ocasionaba que se distanciara más de sus vecinos y familiares.

 Un día, la hermosa ballenita cayó en la red tendida por unos pescadores. Por más que lo intentó, vio que no podía librarse de ella. Entonces, como una sola persona, todos los habitantes de las cercanías se arrojaron sobre la red hasta destrozarla y permitir la liberación de la ballenita.

 Desde ese momento, la ballenita, muy agradecida por la ayuda que le brindaron los peces, aprendió que por muy hermosa que fuera, en algún momento necesitaría de los demás, por ello aprendió a querer y respetar a todos.

 Y así nuestra amiguita, después de esta gran lección, jamás volvería a despreciar a ninguno de sus conocidos, ni tampoco a los demás habitantes del mar.

Moraleja:
Por muy hermosa(o) que te puedas mirar ¡Nunca a tu prójimo debes despreciar!

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