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La convención demócrata, un espectáculo de confetis con muchas reglas

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EFE

La designación oficial de Hillary Clinton como candidata a la Casa Blanca en la convención nacional demócrata de Filadelfia vendrá acompañada de confetis, globos y colores pero también de reglas, que regirán el voto de los delegados y la evaluación del programa político del partido…

Con unas tasas de popularidad bastante mediocres, Hillary Clinton acude a la convención que se celebrará en Filadelfia entre el 25 y el 28 de julio con el objetivo de vender su candidatura.
Hace décadas, grandes donantes y miles de políticos se reunían para elegir al candidato que les representaría en las elecciones presidenciales, pero desde 1980 las convenciones se han convertido en plataformas publicitarias destinadas a convencer a los ciudadanos para que salgan a votar en las elecciones generales.
Aunque el fin sea ahora vender al candidato y no seleccionarlo, uno de los momentos más emocionantes llega con el voto de los delegados de cada uno de los 50 estados y territorios de EEUU.
De manera alfabética, primero Alabama y Wyoming el último, el portavoz del estado alaba la historia, geografía y diversidad de su región para luego emitir el voto de sus delegados, que no tiene por qué ser unánime, como ocurrió en la convención demócrata de 2008.
En ese momento, algunos delegados votaron por la entonces perdedora, Clinton, quien como parte de la delegación de Nueva York y en un momento de gran elegancia pidió que se detuviera la votación y que el entonces joven senador Barack Obama fuese proclamado como candidato presidencial de manera unánime.
“Declaremos juntos, unidos en una sola voz, aquí y ahora, que Barack Obama es nuestro candidato, y él será nuestro presidente”, dijo Clinton entre los aplausos unánimes de aquella convención.
Esta vez, Clinton es la favorita y ya en junio alcanzó la cifra mágica de 2.383 delegados necesarios para ganar matemáticamente la candidatura en la convención frente a su rival, el senador Bernie Sanders.
No obstante, aunque la candidata ya está elegida, el voto tiene una importancia simbólica: pondrá a prueba la unidad del partido y evaluará la fidelidad de Sanders, que aunque apoyó a Clinton este mes, todavía encuentra entre sus partidarios una gran fuerza para continuar lo que llama su “revolución política”.
En ese aspecto, los partidarios de Sanders trataron este fin de semana de acabar con los “superdelegados”, una figura propia de los demócratas creada antes de las elecciones de 1984 por la elite del partido para mantener su control y en la que se incluyen legisladores, gobernadores y antiguos presidentes.
La propuesta de los delegados de Sanders, debatida en el comité de reglas de la convención, fracasó con 108 votos en contra y 58 a favor, pero consiguió superar la barrera del 25 %, lo que permitirá a los insurgentes presentar un informe en la convención e incluso pedir un voto de los delegados.
Además de la posibilidad de una mínima polémica, la gran reunión de los demócratas estará marcada por espectaculares apariciones sobre el escenario y discursos conmovedores destinados a engrosar la galería de la historia política.
El discurso que no puede faltar en ninguna convención es el del candidato presidencial y que Clinton dará el jueves, el último día de la convención, cuando aceptará su “coronación” como candidata y hablará de su visión de EEUU como un país que es más fuerte cuando está “unido”, según adelantó la organización de la convención.
Otra de las intervenciones más populares de la convención suele llegar de alguien inesperado, que supera todas las espectativas y pasa a ocupar una posición privilegiada dentro del partido.
Ese fue el caso en 2012 del secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, Julián Castro, que sonó como posible vicepresidente de Clinton, y en 2004 la sorpresa fue el presidente Barack Obama, entonces un joven senador de Illinois prácticamente anónimo que lanzó un revolucionario mensaje de esperanza, unidad y cambio.
El propio Obama, el demócrata al que temen muchos republicanos, hará su aparición el miércoles junto a su vicepresidente, Joe Biden.
La convención será además una ocasión para recaudar fondos y afilar la maquinaria del Partido Demócrata de cara a las elecciones de noviembre, en donde la oratoria y confetis demócratas tendrán que combatir con el espectáculo del polémico candidato republicano, Donald Trump.

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