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La Mariposa.

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Mi hija de cuatro años, Adina, se levantó temprano un domingo por la mañana. Nos sentamos en el piso de la cocina

Mi hija de cuatro años, Adina, se levantó temprano un domingo
por la mañana. Nos sentamos en el piso de la cocina
para hacer figuras de plastilina: un hombre, un caballo, un perro
y un pollo.

Después del desayuno me retiré a mi estudio para leer. Adina,
me siguió y me pidió: “Papi, vamos a hacer algo”. Respondí:
“Está bien, cariño, dime qué quieres que hagamos y lo haremos”.
Regresó después de pensarlo mucho y dijo: “Papi, hagamos
una mariposa”.

Utilizamos una tarjeta de siete por trece centímetros y le enseñé
cómo hacer el perfil de las alas. Coloreó durante largo
rato y entonces hicimos una base para que la mariposa pudiera
pararse por sí misma. Estaba muy orgullosa de esta pequeña
mariposa, pero cuando me mostró su obra de arte terminada,

exclamé: “Pero, Adina, la mariposa no tiene boca”.
Trabajó un poco más y le hizo la boca con una lengua que salía
de lado. Nos reímos cuando colocamos la mariposa sobre
mi escritorio y salimos para disfrutar un bello día de otoño.
Esa noche, ya tarde, Adina despertó y me llamó: “Papi, me
duele la cabeza, no me siento bien”. Tenía fiebre, así que al
día siguiente su mamá la llevó al doctor, quien nos envió al
hospital, ahí se le diagnosticó meningitis espinal.

Le pegó fuerte. Cinco médicos trabajaron toda la noche tratando
de salvar su vida, pero a las seis de la mañana del martes,
Adina se había ido, su vida había terminado.
A la mañana siguiente fui a mi estudio para empezar a hacer
los arreglos funerarios de mi pequeña. Me sentía cansado, furioso,
frustrado y parecían inútiles y el equilibrio de la vida,
muy frágil. ¿Cómo pudo suceder esto?

Entonces la vi. Sobre mi escritorio estaba esta mariposa increíblemente
hermosa. Las alas multicolores, los grandes ojos
redondos, una lengua que se mostraba al mundo y, detrás de
todo esto, el cielo azul. Un símbolo de amor y belleza, y una
visión positiva de la vida. Un increíble regalo de Adina que
cambió mi vida.

Adina nos dejó muchas cosas, dejó marcas en las ventanas
donde me daba “besos de ventana” todos los días al ir a trabajar.
Dejó caminos con las marcas de sus dedos en el nuevo
cajón de arena que yo le acababa de hacer. Dejó su columpio
nuevo balanceándose con la brisa. Pero el regalo más signifi-
cativo que Adina me dejó fue su mariposa.

Uso un anillo de mariposa en el dedo como un recuerdo constante
de lo importante que es la relación con las personas que
amamos. La vida es para vivirla con las personas que amamos,
para interesarnos por ellas, para compartir y tener esperanzas
juntos, aunque en ocasiones esas vidas sean muy cortas. Permita
que la mariposa le recuerden siempre lo importante que
es su relación con aquellos que ama.

Wayne Catton

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