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“Los Cariñitos”… escenciales en la pareja

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Vivir en pareja no es nada sencillo si tenemos en cuenta que sobre ella revierten los problemas cotidianos: facturas, educación de los niños, tareas domésticas, etc.

Con el paso del tiempo, la confianza y la rutina, muchas parejas que se olvidan del contacto fisico -no sexual-, entre ellos, cosa que de alguna manera los aleja

Vivir en pareja no es nada sencillo si tenemos en cuenta que sobre ella revierten los problemas cotidianos: facturas, educación de los niños, tareas domésticas, etc. El matrimonio debe de sobrevivir a los problemas que genera su convivencia y otros que, siendo ajenos a la relación, le afectan. El trabajo, el estrés y la rutina a veces provocan que la pareja deje de disfrutar de sus ratos libres.

Para mejorar nuestra relación de pareja deberíamos empezar por fijarnos en nuestras actividades recreativas. Compartir actividades que son agradables para los dos hace más estable y satisfactoria una relación, contrarrestando los sinsabores del día y ayudando para que la rutina y el hastío no minen el amor a la pareja. La pareja como tal necesita de un tiempo libre para fomentar la relación, donde gocen de una intimidad, se relajen y puedan disfrutar afectiva y sexualmente. Siendo cierto que la pareja necesita de un tiempo de ocio compartido, también todo adulto necesita un tiempo para sí. Hay personas que no entienden que su pareja desee estar y pueda disfrutar sin él o ella, agobiando al otro y asfixiándolo con tanto contacto y atención.

La relación de pareja es un intercambio continuo entre dos personas, la base de la felicidad está en que este intercambio sea equilibrado y positivo. Tener la percepción de que se da tanto como se recibe, y que esto es con mayor frecuencia agradable que desagradable, mantiene vivo el matrimonio y aumenta las ganas de estar juntos. Fomentar la reciprocidad positiva es una buena receta para hacer de una relación una fuente inagotable de satisfacciones. Hay muchas formas de dar gratificaciones, simples sonrisas, escuchar atentamente, detalles, abrazos inesperados, son pequeñas cosas que agradan y refuerzan los lazos de afecto que unen a la pareja.

El contacto físico de una manera cariñosa no sexual es una forma de comunicación que muchas parejas han dejado de utilizar. Muchas mujeres se quejan de que sólo son tocadas cuando su pareja desea mantener relaciones sexuales. Esto suele ser interpretado como una forma egoísta del hombre por satisfacer sus necesidades y ellas no se sienten queridas. Aquellas que a menudo son abrazadas y tocadas de forma cariñosa se sienten más seguras y amadas. Se muestran por esto más interesadas por el sexo que las otras que se sienten utilizadas.

Antes de nada, debemos de ser conscientes de que la única vía que tenemos para que el otro nos comprenda, está en nuestra capacidad de comunicarnos. Comunicarnos bien significa que nuestro receptor ha captado el mensaje que queremos transmitirle y no otro. Para ello debemos tener en cuenta la coherencia entre los aspectos verbales y no verbales. También tenemos que tener muy claro cuál es nuestro objetivo, cuando pedimos algo. Pedir no es exigir, debemos crear un clima de colaboración y cooperación. Si no perderemos el rumbo marcado por nuestro objetivo. Explicarnos con claridad, por ejemplo decir: “quisiera salir más de casa” es muy impreciso. Es mucho mejor ser más específico, como: “quisiera ir al cine este sábado”. Esta última forma es más concreta y es más fácil que con ella se consiga el objetivo. Además, la claridad facilita la comunicación y el entendimiento. Por último es aconsejable formular las peticiones en positivo, es decir, hablar de lo que nos gustaría en vez de lo que no nos gusta. Por ejemplo “me encantaría que dejases de leer el periódico y me escucharas por una vez en tu vida”. Esto más que una petición sería una critica, con la que sólo se conseguiría que el otro se sienta atacado y trate de defenderse sin escucharnos. Mientras que esta petición formulada positivamente sería más efectiva, si dijeramos: “me gustaría que me escucharas en este momento, es importante para mí lo que voy a contarte”, de esta forma el interlocutor está más receptivo y más atento a nuestra petición. En algún momento de la relación de pareja aparecen sentimientos negativos tales como: enojo, fastidio, celos, tristeza, soledad,.., sentir estos es tan sano y tan inevitables como los positivos.

Cuando éstos son bien expresados, no se tiene por qué herir o culpar a la pareja. Sólo su expresión debe servir para comunicar nuestras heridas y demostrar que somos vulnerables por el afecto que nos une. Saber expresar lo que nos ha dolido, significa:

Decirlo de manera directa, sin esperar que el otro lo adivine con nuestras insinuaciones. Las comunicaciones indirectas suelen ir acompañadas de afirmaciones mordaces, que provocan irritación y acaban en peleas que siempre dejan un sabor amargo.

Hay que hablar de lo que nos ha dolido, de nuestros sentimientos; atacar y acusar al otro no hace que éste cambie. Culpar e insultar levanta viejos resentimientos, pero ante esta actitud el otro ni reconocerá ni cambiará nada.

Es mejor expresar los sentimientos en el momento que éstos han ocurrido. Es más eficaz expresarlos de forma espontánea, obviamente no en momentos de cólera. Dependiendo de la persona, a veces es mejor esperar un breve espacio de tiempo, esperando el momento y el lugar para el diálogo. Esto no significa eludir el cambio de pareceres, que sólo provoca nuevos resentimientos y dolor. •

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