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México padece repunte de la violencia por el auge del narco y la inoperancia del Estado

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EFE


México está viviendo este 2016 un marcado auge de la violencia, siendo mayo el mes con más homicidios desde que arrancó el mandato de Enrique Peña Nieto a finales de 2012, en una escalada que los expertos atribuyen a un crimen organizado alentado por un Estado ineficaz…

Los sucesos reportados esta última semana parecen actuar de macabro resumen de los principales males que acechan el país; crímenes de grupos delictivos con connivencia de las autoridades, hallazgo de fosas, matanzas de familias enteras y enfrentamientos entre narcos y fuerzas de seguridad.
Este martes el país se despertó con el asesinato de José Santamaría, alcalde del municipio de Huehuetlán el Grande, en el central estado de Puebla, presuntamente a manos de unos ladrones.
El presidente municipal no ha sido el único político que ha perdido la vida en estos últimos días, pues fue asesinado a tiros el alcalde de Pungarabato, Ambrosio Soto, junto a su conductor, en el peligroso estado de Guerrero, a pesar de contar con protección.
Soto había denunciado reiteradamente amenazas del crimen organizado, muy presente en la región de Tierra Caliente que habitaba.
“El problema es estructural, no temporal. El origen de la violencia es que las bandas criminales siguen operando y esto se debe, en buena medida, a que el Estado sigue teniendo instituciones muy débiles”, dijo a Efe el experto en temas de seguridad y narcotráfico Jorge Chabat.
Para el analista Alejandro Hope, el problema del Gobierno federal es que se quedó “sin política” cuando no lograron fortalecer estados y municipios con el mando único policial, que busca concentrar la seguridad en 32 responsables, uno por cada estado.
En este escenario, México cerró 2015 con 17.028 homicidios dolosos, un aumento del 8,8 % frente a los 15.653 registrados en 2014, de acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Entre enero y junio de este año la institución contabilizó 9.413 casos.
De acuerdo con un recuento del diario Milenio, unas dos terceras partes (6.014) serían asesinatos cometidos por la delincuencia organizada.
De seguir en esa misma senda, el año cerraría con 19.000 homicidios dolosos en todo el territorio, la cifra más alta desde el 2013.
No obstante, los crímenes impactan de manera muy distinta en el país. Si en Aguascalientes hubo 26 homicidios dolosos en este primer semestre, en Guerrero fueron 1.052, según los datos oficiales.
Este último estado, todavía herido por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en septiembre de 2014, afronta “un desastre continuo” en su gobernabilidad, en palabras de Hope, que se traduce en medio centenar de organizaciones disputándose este punto estratégico.
Guerrero es el mayor productor a nivel nacional de amapola, planta de la que se obtiene la heroína.
La región ha vivido recientemente actos violentos tan chocantes como el asesinato a siete miembros de una familia, entre ellos dos menores.
Acapulco, otrora un popular balneario del Pacífico, se ha convertido en una de las ciudades más peligrosas de América Latina y solo el domingo pasado sufrió ocho asesinatos.
Otras de los estados donde ha resurgido con fuerza la violencia es Michoacán (occidente), que en estos primeros seis meses suma 528 homicidios.
Este fin de semana aparecieron calcinados diez cuerpos dentro de una camioneta y hay cuatro policías y un alcalde acusados del crimen. Al parecer, este último dio la orden tras un conflicto por tráfico de drogas a pequeña escala.
Es un estado con una situación “resuelta a medias” pues, si bien hubo una fuerte intervención federal tras el nacimiento de las autodefensas en 2013 que logró aplacar el cártel de Los Caballeros Templarios, “hay muchas bandas que siguen operando con complicidades municipales”, dijo Chabat, doctor en Asuntos Internacionales.
Otras regiones también arrastran un largo historial de criminalidad, impunidad y corrupción.
Es el caso de Veracruz, en el oriente, o de Tamaulipas, fronterizo con Estados Unidos, escenario de habituales choques entre las fuerzas de seguridad y el crimen organizado, y entre cárteles que se disputan la plaza.
Este fin de semana sufrió un ataque a un bar con tres personas asesinada a balazos y dos choques entre militares y presuntos criminales con cuatro delincuentes y dos soldados muertos.
Para Chabat, la violencia aumenta por una “fragmentación de las bandas”, que además ya no se dedican solo al narcotráfico y asumen que “el costo de matar es prácticamente cero” ante un Estado corrupto e impune.
Hope dibujó varias hipótesis, entre ellas un lucha de cárteles con “cada vez más células peleando por el mismo pastel” y el resurgimiento de “disputas históricas” entre grandes grupos, así como por la expansión del cultivo de la amapola.
Ni los históricos líderes Joaquín “el Chapo” Guzmán, hoy preso, ni Caro Quintero, prófugo, serían la causa del recrudecimiento de la violencia, según ambos expertos, que coincidieron en que en este escenario confuso, son las instituciones las que muestran sus peores debilidades.
“No es un problema del ‘software’, de la estrategia, sino del ‘hardware’, del Estado que no funciona”, concluyó Chabat.

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