Por Maribel Hastings y David Torres
Sería iluso pensar que la elección del congresista republicano de Louisiana, Mike Johnson, como presidente de la Cámara Baja fue algo casual y fortuito. Al emerger detalles sobre sus posturas, sobre todo en inmigración, y el papel central que tuvo en defender y asesorar a Donald Trump en su intento de evitar la certificación del triunfo de Joe Biden en la elección presidencial en 2020, queda claro que todo es parte de una estrategia. Es decir, para allanar el terreno al expresidente en su búsqueda de un segundo mandato en la Casa Blanca, si fuera el nominado presidencial republicano en 2024, y de impulsar su maquiavélica agenda.
Es tan evidente ese juego político de Trump y su movimiento de ir colocando piezas clave en las instancias de mayor poder en Estados Unidos, que resulta incluso ajeno al significado del ejercicio de la política en función del bien común y, por ende, de la democracia en sí misma, y no de beneficios personales, como ha sido la vida del exmandatario, que todo lo ordena y todo lo quiere para él mismo, sin compartir.
Por ejemplo, el derrocado expresidente cameral, Kevin McCarthy, pasa como moderado comparado con las posturas de Johnson en diversos rubros. Y los más beneficiados, aparte del expresidente, son sus acérrimos defensores en la Cámara Baja al colocar a un miembro y defensor del sector MAGA y del caudillo Trump, en línea de sucesión para la presidencia.
¿Ajedrez político? ¿Destreza de altos vuelos históricos? ¿Ideas de un nuevo “hombe de estado” para fortalecer la democracia estadounidense? Nada de eso. Lo que Trump está tratando de hacer es un nuevo país para él y gente como él, como si una nación fuera un juguete para jugar con este cuando se le antoje, como un niño envidioso que no quiere compartir dicho juguete, sino con quienes le son fieles.
Tal es el caso de Johnson, que es más peligroso que McCarthy. Es antiaborto, anticomunidad LGBTQ+, es antidemocracia, pues promovió la mentira de que a Trump le habían robado la elección presidencial; y no solo eso, sino que redactó un documento legal en favor de la demanda republicana que trataba de evitar la certificación del triunfo de Biden. O sea, la Cámara Baja, que certifica las elecciones, es ahora presidida por un legislador que rechazó los resultados de una elección legítima en 2020. ¿Quién dice que no quieran intentarlo otra vez si Biden es reelecto en 2024?
Por supuesto que sí, pues todo está planeado para un escenario de tal magnitud, lo cual vuelve aun más peligroso a un legislador que comparte los mismos “valores” y “principios” que su ideólogo, a quien sirve como una pieza más de su rompecabezas perverso. Lo que Johnson debería saber y tomar en cuenta desde este momento es que a Trump no le importa nadie más que sí mismo, y que en cuanto uno de sus “servidores” se desvía, se equivoca, flaquea o retrocede para salvarse cuando se da cuenta del fango en el que se está hundiendo, el expresidente lo sacrifica. Mike Pence, William Barr, exabogados y un largo etcétera han sufrido las consecuencias.
Johnson es además promotor de teorías conspirativas de supremacistas blancos como la del “gran reemplazo”, la “invasión” y las “fronteras abiertas”. El nuevo presidente cameral cree que la inmigración, particularmente de América Latina, es promovida y avalada por los demócratas como parte de un complot para sustituir electores blancos con no blancos e inmigrantes, y arrebatarles el poder político del que siempre han gozado.
“Ese es el plan de nuestros amigos de este lado. Convertir a los ‘ilegales’ en votantes. Es por eso que la frontera está abierta”, declaró Johnson en mayo de 2022.
El equipo político de nuestra organización, America’s Voice, ha documentado y rastreado las declaraciones no solo de Johnson, sino de otras figuras republicanas que han normalizado las teorías conspirativas antes limitadas a grupos supremacistas marginales que ahora tienen una plataforma nacional en el centro político de la nación, Washington, D.C., y cuya retórica ha motivado actos de violencia y masacres contra minorías a través del país.
En efecto, en ruta hacia la contienda por la nominación presidencial republicana, Trump se aseguró un peligroso aliado en la Cámara de Representantes quien, en lo que el hacha va y viene, seguirá impulsando la oscura agenda de Trump en diversos rubros, incluyendo la inmigración.
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