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No se nace racista; Se crece

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Por: Dr. Humber Caspa

 Una de las películas que normalmente muestro a mis estudiantes para explicar la perversidad del racismo es American History X.  Esta película nos ayuda a entender por qué algunos jóvenes, como Dylann Roof, caen en el vicio sicológico del racismo.

 Este joven de origen norteamericano de raíces europeas, asistió a una ceremonia religiosa en una iglesia afroamericana y mató a nueve personas inocentes por el simple hecho de que eran negros.

  Roof, paradójicamente, es un victimario racista como también es víctima de un entorno social intolerante que lo condenó a cometer semejante atrocidad.

  La historia surreal de Dereck Vineyard, personaje principal de American History X, nos muestra un interesante paralelo con la vida racista de Roof.

 Al igual que Vineyard de la película, Roof es un estudiante fracasado que no pisó una universidad.  Estos centros de estudio a menudo funcionan como mecanismos idóneos que rompen con los paradigmas y creencias intolerantes de los racistas.

   Inicialmente, a pesar de que Roof reconoce explícitamente –en su ya infame manifiesto– que no fue criado “ni en una familia racista” ni vivió “en un entorno social intolerante”, lo más probable es que estos dos mecanismos de socialización política (familia y entorno social) fueron los que le dieron las primeras “armas” ideológicas en su lucha irracional contra los grupos étnicos minoritarios.

   El prejuicio y la discriminación racial se adquieren a través de nuestro entorno social. Nuestras creencias y costumbres, la religión y nuestra ideología política inicialmente las recibimos de nuestros progenitores, particularmente del miembro dominante de la familia. Vineyard de American History X lo recibe de su papá.

  En consecuencia, si el padre y/o la madre practican la religión católica, los hijos van a criarse con esa tendencia religiosa.  Incluso en el futbol, si el papá es de los “Chivas”, lo más probable es que el hijo/a va a tener afinidades culturales hacia el equipo del Guadalajara.

   En este sentido, la mayoría de los jóvenes intolerantes heredan también sus creencias racistas de sus padres.  Luego, el medio en donde viven se convierte en el hábitat que regenera esas creencias malsanas. Gente racista a menudo busca a otros racistas para cultivar su odio contra los grupos minoritarios y para justificar sus aberrantes creencias de superioridad “racial”.

   En el Sur de Carolina, tierra de Dylann Roof, se permite el estandarte de la Confederación al frente de su palacio de gobierno.  Esta bandera es símbolo de la supremacía blanca y el racismo en Estados Unidos.  Los neonazis, los KKK, los cabezas rapadas, entre otros, lo hacen flamear con orgullo en sus reuniones y manifestaciones políticas.

   Asimismo, a pesar de que la discriminación institucional es cosa del pasado, muchos en el Sur de Carolina practican impunemente el racismo (discriminación individual) contra las poblaciones afroamericanas. Irónicamente, esta misma gente es víctima de sus propias estructuras racistas.

   Finalmente, organizaciones racistas, como el Council of Conservative Citizens (CCC), son encargados de dar las últimas amuniciones ideológicas a las personas intolerantes para que comenta atrocidades contra las comunidades que odian.

  Dylann Roof fue textual y dijo que el sitio electrónico de esta organización le “cambio la vida para siempre”.  El CCC, como otros grupos racistas, publica en su plataforma de internet datos estadísticos extremadamente tendenciosos de crímenes cometidos por minorías étnicas a gente de ascendencia europea.

   Así, una persona no nace racista; el racismo lo adquiere en la sociedad.

Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com

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