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Padgett: En México el verdadero poder criminal “lo ostentan los gobernadores”

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EFE


En México el verdadero poder criminal “lo ostentan los gobernadores”, afirmó el periodista Humberto Padgett, quien ubicó el origen de los excesos de la clase política en la alternancia presidencial del año 2000, cuando los mandatarios estatales “comprendieron la posibilidad de convertirse en reyes”…

Padgett describe la relación del crimen organizado con la política en su libro más reciente, “Tamaulipas. La casta de los narcogobernadores: Un eastern mexicano”, la cual “también es un caso en otros estados”, apuntó.
“El libro reflexiona sobre las consecuencias de los acuerdos” que permitieron al narcotráfico apoderarse de las instituciones públicas de Tamaulipas, estado del noreste de México fronterizo con Estados Unidos, dijo Padgett (León, Guanajuato, 1975) en una entrevista con Efe.
El autor recopiló documentos de la CIA estadounidense, del extinto Departamento de Seguridad Federal de México y de investigaciones la Procuraduría General de la República (PGR, fiscalía) para mostrar al lector dónde y cuándo se establecieron los acuerdos que cambiaron las relaciones de poder del estado.
“¿Tiene eso relación con que alguna vez un candidato a gobernador dijo ‘No me importa lo que ocurra, yo quiero ser gobernador?'”, planteó el periodista, refiriéndose al prófugo exgobernador tamaulipeco Tomás Yarrington, quien de acuerdo con un documento que obra en el libro recibió dinero del narcotráfico para financiar su campaña en 1998.
Para lograr su objetivo, Yarrington alcanzó con Osiel Cárdenas Guillén, entonces líder del Cártel del Golfo, un acuerdo según el cual “el narcotráfico proveerá de recursos económicos la campaña del político mientras que el sicario tendrá la prioridad para la designación de los comandantes de la Policía Judicial del estado”, dijo Padgett.
Con esta acción el poder político pierde el control, “lo que empieza a invertir las fuerzas” hacia el poder económico del crimen organizado, abundó.
“¿Tiene eso consecuencia con que abras un pedazo de tierra y de ahí salgan los brazos y la cabeza de alguien?”, cuestionó el autor sobre la situación en Tamaulipas, donde en 2011 fueron hallados 196 cadáveres en fosas clandestinas en el municipio de San Fernando.
“Yo me pongo a pensar ¿esa gente qué pensaba, qué sentía? Esas son las consecuencias. Y eso, creo, los mexicanos hemos dejado de ver”, abundó.
Además de narrar la complicidad del poder político tamaulipeco con el crimen organizado desde la mitad del siglo XX, el libro expone a políticos actuales como el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la gubernatura estatal, Baltazar Hinojosa Ochoa.
Hinojosa, según el investigador, “estaría cercano a todos los intereses creados en evolución” en Tamaulipas, “punto estratégico para sostener el mercado de drogas más grande del mundo”, la costa este de Estados Unidos, apuntó el periodista.
El verdadero poder criminal “lo ostentan los gobernadores; ellos son la cabeza del grupo criminal que hace contrabando de drogas, que hace trata de personas, que se beneficia del secuestro y de la extorsión”, aseveró.
Puso como ejemplo la operación de las empresas “Materiales y Construcciones Villa de Aguayo” y “Gifer”, representadas por un ejecutivo llamado Fernando Alejandro Cano Martínez, prestanombres de Yarrington, quien facturó dos mil millones de pesos (107,5 millones de dólares) de 1999 a 2010.
“Eso es casi medio millón de pesos (26.867 dólares) al día. Ese es el verdadero crimen organizado”, acotó.
En opinión de Padgett, los excesos tuvieron un origen en la alternancia presidencial del año 2000, cuando el triunfo del candidato del Partido Acción Nacional (PAN), Vicente Fox, interrumpió el monopolio del poder que había ejercido en PRI en el país durante más de siete décadas.
Cuando se dio el cambio, “los gobernadores, y notablemente los del norte, no reconocieron la autoridad superior del presidente como línea vertical de mando, sino que comprendieron la posibilidad de convertirse en reyes auténticos de sus territorios”, expuso.
“Eso implicó el control de las instituciones de derechos humanos, de los electorales, de la universidades autónomas, y eso incluyó el aspecto criminal”, abundó.
“Que no haya un edificio hecho a la imagen y semejanza de una Hummer de 18 pisos que diga ‘Oficina del Cártel del Golfo’, o de los Zetas, no quiere decir que no ocurra y que la incidencia política no esté ahí. No se puede llegar a ese estado de cosas sin colusión”, sostuvo el autor.
Los hombres que tiene que huir por caños y dar explicaciones de que el diablo existe, como Joaquín “el Chapo” Guzmán, son los “peones del narco”, mientras los hombres libres protegidos por las instituciones son los “narcopolíticos”, añadió Padgett, cuyas investigaciones se centran en el crimen organizado, la corrupción y los derechos humanos.
“Estos hombres son políticos sagaces y astutos”, pero sus acciones son tan “estúpidas como las de un pastor que quiebra las patas a sus ovejas y les abre el corral para que entren los lobos”, acotó.
Al preguntársele quiénes, entonces, son libres en México, el periodista replicó que los placeres, la libertad, los excesos y la impunidad están reservados a la clase política del país pues “su verdadero poder es de la política criminal”.

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