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Pisque y Cupido

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(Mitología de la antigua Grecia)

   El rey de Anatolia había sido bendecido con tres hijas de gran belleza, exquisita elegancia y sencillez sorprendente. Eran los modales de las tres princesas dignas de un palacio y su corazón era humilde como el de un campesino. Colmadas de bienes, eran cálidas por haber sido educadas en el arte de dar. Semi diosas las tres, pero se destacaba la menor de ellas, Psique, por cierta chispa que daba a su belleza mayor notoriedad.

   Llegó a oídos de Afrodita -diosa griega del amor y la belleza- la fama de la belleza de Psique y, cuando la miró, tramó su venganza. Eros, también conocido como Cupido, era el menor de los hijos de Afrodita. Imberbe aun, era cándido y obsequiaba un tremendo don. De las flechas de su arco nacía el amor incontrolable.

  Afrodita pidió a Eros que flechara a Psique, uniéndola a un hombre feo y ruin. Quería que la infelicidad terminara con la belleza de la madre, que los retoños no fueran ni su sombra. Azuzado por su madre y fiel a su dictado, Eros voló a Anatolia a torcer el destino de Psique.

   Pero no puede un joven, por dios que sea, ignorar lo que la naturaleza manda. Al conocer a Psique, Cupido aventó al mar la flecha envenenada. Si un destino se iba a torcer, era el de ambos.

 Eran un par de críos que apenas se van haciendo adultos. Pero nada impidió que se escondieran en un palacio y se juraran amor eterno, como si no hubieran sido una mortal y un dios.

  Temeroso de la venganza de su madre, Eros tenía cuidado de salir sólo de noche y de evitar que Psique pusiera pie fuera del palacio. Sin embargo, pasado un tiempo la muchacha extrañaba a sus hermanas y dividido entre complacer a la amada y el miedo a perderla, Cupido la llevó furtivamente a Anatolia.

  Psique quiso mantener con sus hermanas el secreto de la identidad de su marido. Pero el deseo de compartir y la curiosidad pudieron más. Vencida ante el alud de preguntas, respondió que no sabía. Sabía que no era un mortal, pero no sabía quién era.

   Como la tradición dictaba que los demonios del inframundo mostraban su verdadera cara a la luz de las lámparas, las hermanas convencieron a Psique de poner a prueba a Eros.

    Le visitaron mientras dormía. Iluminaron su rostro con la flama y no apareció un monstruo. Pero una gota de queroseno cayó sobre él, que al despertar supo que Psique había puesto en duda sus palabras… que había traicionando su amor!

    Desilusionado, el dios Cupido o Eros reveló su identidad y se fue de vuelta al Olimpo a curarse el despecho. Sólo su soledad salvaría a su amada de la ira de su madre.

  Psique quedó sola. Estaba acompañada, pero su corazón desfallecía. Bien pronto comprendió su error. Tenía que enmendarlo… 

   No se pierda la próxima semana el desenlace de esta historia de amor…. Una joya de la mitología griega.

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