La televisión tiene efectos en las áreas emocionales de todo pequeño, influye en sus intereses y motivaciones, y en su formación integral. Cuanto más violencia ve el niño en la televisión, menos sensibilidad emocional tendrá ante la violencia real, y pasará a usar la agresión como respuesta a las situaciones conflictivas en las que se vea inmerso.
Los adultos no nos damos cuenta, tenemos tan interiorizado el modelo comunicativo que cada día nos transmiten desde los medios de comunicación que miramos sin ver imágenes de guerra o violentas mientras comemos, a diario. Es una desensibilización que no tienen los niños, ellos no están acostumbrados a ver cómo seres humanos se disparan a matar y debemos ser conscientes de ello antes de sentarnos todos los días delante del telediario.
No sólo hablamos de la violencia que se ve reflejada en los medios informativos, puede parecer que un programa de chismes no es violento, pero se emplea a menudo un lenguaje soez, sin olvidar los gritos y malas formas al comunicarse.
Lo mismo pasa con determinados dibujos, no porque sean animaciones dejan de tener su parte violenta, los golpes y luchas son para los niños muy reales.
¿Y qué pasa con todos estos estímulos que se les lanzan a diario desde la televisión? Pues que poco a poco van calando en su forma de actuar. Es algo obvio, igual que los niños quieren ser como sus personajes de dibujos preferidos e imitan sus conductas, también acaban imitando los modos, las formas y el lenguaje que ven en la televisión.
Después de ver una película de guerra, incluso alguna apta para todo público, lo normal será ver a un grupo de niños jugando a matarse, es un juego sí, pero la realidad es que la idea de matar se normaliza igual que la de golpearse. Los niños interiorizan demasiado pronto un proceso que, aunque tristemente forma parte de la sociedad, se debe condenar, no tomar como ejemplo de juego.
Por otro lado hay niños más sensibles que otros, suele ocurrir que los niños expuestos a películas violentas o de miedo acaben con pesadillas y desarrollando miedos que sin ese visionado no hubieran existido.
En cualquiera de los casos se produce una deformación de la realidad, se pierde la perspectiva y conceptos, como que matar es algo normal e incluso necesario, acaban quedando grabados en el subconsciente de los pequeños, gracias también a determinados videojuegos que acaban completando la ‘educativa’ labor de la televisión.
La única forma de controlar e intentar evitar esto es interviniendo directamente en el tipo de programas que ven nuestros hijos. Las televisiones de hoy permiten suprimir determinados canales incluso, pero no es necesario llegar a eso si empezamos por dejar que la tele sea en centro de las reuniones familiares. Es más costoso llegar de trabajar y ponernos a jugar con los niños, lo fácil es sentarnos todos en el sofá, aunque a la larga hay que pensar en lo que es más beneficioso para ellos.
De todas formas no vamos a poder evitar que vean la tele y reciban parte de su influencia, en ese caso lo que tenemos que hacer es de mediadores. Tenemos que ser nosotros sus referentes y no lo que dice la tele, deben aprender a filtrar y valorar lo que sale por la pantalla, a ser críticos con los mensajes y a cuestionar determinados modos de comunicar.
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