Nadie dijo que ser un buen padre era fácil. Sin importar la edad de tu hijo o cuántos tengas, debes saber que el trabajo de un padre nunca termina. Para ser un buen padre, debes estar presente, saber impartir disciplina y el buen ejemplo, y ser comprensivo con las necesidades de tus hijos.
‘Quiero darle a mis hijos todo lo que yo no tuve de niño’, es la frase que muchos padres utilizan como bandera y pretexto para llenar a sus hijos de gran cantidad de cosas materiales, muchas veces innecesarias. Desafortunadamente, en su afán por mantener a sus hijos satisfechos, se olvidan de dar lo más importante, lo que realmente hace a un niño feliz, que es atención, comprensión, mimos, cuidados y por supuesto amor, entre otras cosas.
Sólo quien recibe amor es capaz de transmitirlo. Está demostrado que, los padres que no escatiman besos y caricias tienen hijos más felices, que se muestran cariñosos con los demás y son más pacientes con sus compañeros de juegos.
Pero si usted es de los que piensa que va a malcriar a sus hijos porque reciben muchos mimos de su parte se equivoca, pues mientras se tengan bien en claro y se respeten la normas de convivencia, no tiene porque pasar algo así.
Así que si tiene hijos pequeños empiece a darles ahora algo que valorarán y recordarán toda su vida: su amor. Pero si no sabe cómo o por dónde empezar, aquí le daremos una ayudadita con esto que hemos titulado:
Mandamientos para Ser Buen Padre…
» Demuéstreles lo mucho que los quiere
Todos los padres quieren a sus hijos pero ¿se lo demuestran cada día?, ¿Les dicen que ellos son lo más importante que tienen, lo que mejor que les ha pasado en la vida? No es suficiente con atender cada una de sus necesidades: acudir a consolarles siempre que lloren, preocuparse por sus sueños, por su alimentación; los cariños y los mimos también son imprescindibles. Hacerles ver que nuestro amor es incondicional y que no está supeditado a las circunstancias, sus acciones o su manera de comportarse será vital también para el futuro.
» Mantén un buen clima familiar
Para los niños, sus padres son el punto de referencia que les proporciona seguridad y confianza. Aunque sean pequeños, perciben enseguida un ambiente tenso o violento. Es mejor evitar discusiones en su presencia, pero cuando sean inevitables, hay que explicarles, en la medida que puedan comprenderlo, qué es lo que sucede. Si presencian disputas entre sus padres, pueden asumir que la violencia es una fórmula válida para resolver las discrepancias.
» Educa en la confianza y el diálogo… Para que se sientan queridos y respetados, hay que fomentar el diálogo. Una explicación adecuada a su edad, con actitud abierta y conciliadora, puede hacer milagros. No debemos prometerles nada que luego no podamos cumplir; se sentirían engañados y su confianza en nosotros quedaría dañada.
» Debes predicar con el ejemplo… Los niños imitan los comportamientos de sus mayores, tanto los positivos como los negativos, por eso, delante de ellos, hay que poner especial cuidado en lo que se dice y cómo se dice.
No olvidemos que ellos nos observan constantemente y “toman nota”.
» Comparte con ellos el máximo de tiempo… Hablar con ellos, contestar sus preguntas, enseñarles cosas nuevas, contarles cuentos, compartir sus juegos; es una excelente manera de acercarnos a nuestros hijos y ayudarles a desarrollar sus capacidades.
» Acepta a tu hijo tal y como es… Cada niño posee una personalidad propia que hay que aprender a respetar. A veces los padres se sienten defraudados porque su hijo no parece mostrar esas cualidades que ellos ansiaban ver reflejadas en él; entonces se ponen nerviosos y experimentan una cierta sensación de rechazo, que llega a ser muy frustrante para todos.
» Enséñales a valorar y respetar lo que les rodea… No es preciso mantener un ambiente de disciplina exagerada, sino una buena dosis de constancia y naturalidad. Si se les enseña a respetar las pequeñas cosas -ese jarrón de porcelana que podría romper y hacerse daño con él, por ejemplo-, irá aprendiendo a respetar su entorno y a las personas que le rodean. Muchos niños tienen tantos juguetes que acaban por no valorar ninguno. A menudo son los propios padres quienes, como respuesta a las carencias que tuvieron, fomentan esa cultura de la abundancia.
» No pierdas nunca la paciencia… Difícil, pero no imposible, Por más que parezcan estar desafiándote con sus gestos, sus palabras o sus negativas, nuestro objetivo prioritario ha de ser no perder jamás los estribos. En esos momentos, el daño que podemos hacerles es muy grande. Decirles: “No te aguanto”; “Qué tonto eres”; “Por qué no habrás salido como tu hermano” merman terriblemente su autoestima. En caso de que se nos escape un insulto o una frase descalificadora, debemos pedirles perdón de inmediato. Reconocer nuestros errores también es positivo para ellos…
Amor, paciencia, atención, comprensión, son algunas de las cosas que resultan realmente buenas para la felicidad de nuestros hijos y lo mejor es que no tenemos que gastar de nuestro dinero para demostrarlo!!
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