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ADICCIONES SIN SUSTANCIA EN LOS ADOLESCENTES

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Actividades cotidianas como hacer deporte o jugar a videojuegos pueden resultar negativas si terminan generando dependencia en el adolescente.

Uno de los mayores temores de los padres y madres de adolescentes es que sus hijos comiencen a consumir sustancias como el alcohol, el tabaco u otras drogas. No sólo por el daño que éstas pueden hacerle a su cuerpo, sino por el riesgo que existe de que se vuelvan adictos a ellas. Sin embargo, no siempre se tiene presente que también existen adicciones sin sustancia que pueden resultar igualmente perjudiciales.

Las adicciones sin sustancia son menos conocidas, pero están cada vez más presentes en nuestra sociedad. Y, además, muchas de ellas pueden comenzar durante la adolescencia. Por ello, queremos explicarte cuáles son, en qué consisten y qué podemos hacer para prevenirlas y tratarlas.

¿QUÉ SON LAS ADICCIONES SIN SUSTANCIA?

Las adicciones sin sustancia incluyen todas aquellas conductas agradables que, empleadas de una forma inadecuada, terminan generando dependencia. Así, el problema no se encuentra en la actividad concreta, sino en el uso que se hace de ella. Los comportamientos que pueden formar parte de esta categoría son cotidianos y comunes a muchos adolescentes. Por ejemplo, ir de compras, utilizar el teléfono móvil, jugar a videojuegos, hacer deporte o incluso tatuarse.

Estas conductas tienen el potencial de convertirse en adictivas debido a que activan el sistema cerebral de recompensa. Este es el circuito encargado de liberar dopamina y otras sustancias que generan placer y felicidad en respuesta a dichas conductas. Así, el adolescente tiende a repetirlas por el beneficio o la satisfacción que obtiene de ellas. Sin embargo, esto puede derivar en una dependencia.

¿CÓMO DETECTAR SI UN COMPORTAMIENTO SE HA VUELTO ADICTIVO?

Cualquiera de esas actividades cotidianas se ha convertido en adicción cuando se presentan los siguientes criterios:

  • El joven emplea un tiempo excesivo en esa actividad, en detrimento de otras áreas de su vida como la familia, las amistades o el rendimiento escolar.
  • Siente un intenso y frecuente deseo por realizar ese comportamiento. Además, se muestra irritable y experimenta un gran malestar si no puede hacerlo.
  • Existe una pérdida de control sobre sí mismo, de manera que, pese a las consecuencias negativas de ese hábito, sigue practicándolo sin poder evitarlo.

¿DE DÓNDE PROVIENEN LAS ADICCIONES SIN SUSTANCIA?

Como hemos comentado, cualquier actividad placentera puede llegar a generar una adicción en el joven. Y es que el problema no es la conducta en sí misma, sino el contexto en el que se realiza. Así, un adolescente puede ir de compras, jugar a videojuegos con sus amigos o navegar por internet desde su móvil sin que esto suponga un problema; se trata simplemente de alternativas de ocio agradables, incluso beneficiosas, como puede ser el caso del deporte.

El problema surge cuando el menor utiliza este tipo de actividades como una forma de regular sus emociones. Es decir, si lo hace para llenar un vacío emocional o para mitigar un malestar interno. Por ejemplo, muchos adolescentes emplean los videojuegos como un modo de evadirse de una vida que no les satisface o les causa sufrimiento.

¿CÓMO ACTUAR SI TU HIJO PRESENTA ALGUNA DE ESTAS ADICCIONES SIN SUSTANCIA?

En primer lugar, ten en cuenta que sólo puede considerarse que un comportamiento se ha vuelto adictivo cuando genera malestar importante o interfiere en la vida del menor. Un joven que utiliza mucho el móvil no necesariamente es adicto a él. No obstante, si crees que su conducta es problemática, lo más recomendable es acudir a un profesional.

Por norma general, será necesario trabajar las características personales que han llevado al adolescente a caer en estos comportamientos. Y, así, enseñarle nuevos modos de gestionar sus emociones y afrontar sus problemas. Si logra obtener la felicidad, la satisfacción y la recompensa por otros medios más sanos, le será mucho más sencillo abandonar la adicción.

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